¿Puedo dar fruto a pesar de todo?
Dios ve a los discapacitados como capaces
La frustración me corría por el cuerpo mientras aferraba mis manos al
volante. Quería apagar la radio. El pastor estaba predicando acerca de
Juan 15, uno de mis pasajes favoritos. Pero hoy sentía que hasta las palabras
de Jesús eran demasiado duras de aceptar: "Toda rama que en mí no da
fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto
todavía... yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den
fruto, un fruto que perdure" (vv 2, 16 NVI)
Con las mandíbulas apretadas escuchaba al predicador decir que el fruto
al cual se estaba refiriendo Jesús, es el resultado visible de nuestras obras
hechas en su servicio. ¿Cómo voy a dar fruto", cuando casí no puedo valerme
por mí misma?
Tengo la enfermedad de Lyme, que causa un dolor intenso, fatiga, y muchos
otros síntomas. Me esfuerzo por hacer frente a las demandas diarias de ser esposa,
y madre de cuatro niños pequeños que heredaron mi enfermedad. Muchas
veces me consume el desaliento por mi incapacidad de vivir lo que siempre he
considerado que es la vida cristiana fructífera.
He escuchado decir con frecuencia que ser un fiel seguidor de Cristo significa
ser activo en la iglesia y en el servicio a los demás. Pero yo ni siquiera podía
comprometerme a asistir regularmente a la iglesia cada servicio, mucho menos
enseñar en la escuela dominical, cantar en el coro o abrir mi casa a visitantes.
El sólo cuidar de mí misma y de mi familia requería todas mis energías. La
idea del "servicio cristiano" la sentía absolutamente abrumadora, cuando
yo apenas estaba tratando de sobrevivir.
Nuestras acciones son, de hecho, muy importantes, como dice Santiago 2.17,
la fe sin obras es muerta. Pero ¿se mide realmente nuestra espiritualidad
por el número de horas de "servicio cristiano" que aqcumulamos? Sí es así,
¿Dónde deja eso a quienes están enfermos o discapacitados?
Pensemos en ello de esta manera: Una creyente con mentalidad misionera
planta la semilla del evangelio siempre que se le presenta la oportunidad.
¿Tiene ella el control sobre el número de personas que vendrán a Cristo?
Los padres cristianos se dan todo el tiempo a sí mismos para inculcar en sus
hijos el amor a Dios. ¿Hay alguna garantía de que sus hijos honraran al Señor?
¿Y qué del pastor de jóvenes que actúa como hermano, amigo y consejero
de todos los adolescentes de su grupo? ¿Determina él la senda que tomará
cada uno en su vida?
Por supuesto que no. A pesar de que influimos en las personas por lo que
hacemos y por la manera como vivimos, el resultado final es entre cada
individuo y Dios; la salvación es obra de Su Espíritu.
Entonces, ¿qué dió a entender Jesús cuando dijo: "(Den) mucho fruto y
muestren así que son mis discípulos"? (Jn 15.8)
Como el predicador de la radio habló de cortar los ministerios infructuosos
para dar cabida a otros más productivos, le rogué a Dios que me ayudara
a entender. De inmediato recordé que Jesús dijo que muchos que
realizan obras maravillosas e incluso milagrosas en Su nombre, no serán
recibidos en el cielo porque en realidad no le conocieron (Mt 7:21-23).
Entonces la respuesta de Dios me impactó: "Tu fruto es el del Espíritu".