Nuestra Señora del Adviento
María, humilde hija de nuestra estirpe, circundada de belleza y de todas las gracias, tú cristal purísimo, fuente incontaminada, saliste de las manos creadoras de Dios para dar inicio a tierras y cielos nuevos.
Tú, María, maravilla de Dios, estás revestida del esplendor de santidad, que siempre dona vida nueva y lleva a nuestro mundo viejo a los orígenes de la pura creación.
En ti, mujer humilde y acogedora, la palabra eterna fija morada, la humanidad entera conoce el gozo de la liberación y de la esperanza; y para todos se abre una estación de vida verdadera.
María, en este Adviento que precede a la venida de tu Hijo, haznos atentos a la Palabra que crea, purifica y renueva, que reconcilia, santifica y colma de gozo, para que también en nosotros el Verbo pueda hacerse carne.
Revístenos de tu vestidura de salvación, regálanos un poco de tu luz de gracia y santidad y haznos capaces de derramar a nuestro alrededor un poco de tu perfume, de tu belleza espléndida, que sola salvará el mundo y lo unirá en la paz. (M.Q )
Fuente: Paoline.org
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