DEJAME DESPERTAR
Déjame despertar en tú ser
esa intensa pasión,
ese fuego de mujer.
Ese placer encendido en fuego
que te quemaba por dentro.
Como en una solemne canción
de duelo. Por algo que en ti había muerto.
Lo que yo quisiera revivir
con el calor de mi cuerpo.
Déjame abrazarte con ternura
déjame besarte con bravura
para disipar toda esa amargura
con esta hermosa locura.
Locura, que late y habla
de ese ser que me ama
sin que tenga que perder mi calma
¿No has notado la alegría de mi alma?
Que me arropa desde la cabeza hasta los pies.
Desde aquellos primeros besos,
los que encendieron la vida a tus deseos intensos.
Levantando así el palpitar de tus sueños
con una hermosa sonrisa, con un por ti me muero.
Cuando tus velas abriste al viento
para ir mar adentro
entre ola y ola
allí desperté en ti aquellos…
Sí, unos hermosos gemidos
de duelo, sobre un hermoso lago tibio
por donde navegaba
una y otra ves mi barca.
¡Por un deseo, llamado puerto!
Abriendo así caminos
por senderos nuevos y no mohínos
que estaban ya perdidos.
Descubriéndolos bajo un ritmo
sereno y tranquilo.
¡Cuando el amor nos hicimos
en el aquel lecho que ambos compartimos!
En aquellas dulces estrofas, llenas de vida,
con aquellos hermosos versos…
¡Fue el mejor poema, tan lleno de rimas
al amarnos, al querernos!
Fue aquel el mejor momento
lo que le dio vida a nuestra poesía.
Cuando escribimos, los versos de aquel poema
con la sangre que latía
al ritmo de nuestros cuerpos.
Hasta que perdimos la noción del tiempo
cuando los dos en éxtasis desaparecimos del universo.
¡Como jamás lo habíamos hecho!
¡Cuando consumíamos aquel sueño!
¿No era aquello…
la mejor poesía de nuestras vidas?