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General: .EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 24 DE MARZO DE 2011.DIOS LOS BENDIGA ,FELIZ DIA
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De: hermes sarmiento  (Mensaje original) Enviado: 24/03/2011 13:00
 

El Evangelio de Hoy JUEVES 24 DE MARZO DE 2011.

Jueves de la II semana de Cuaresma.

¡Bienvenidos Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!

Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo

que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir 

 y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.

Con alegría leamos la palabra.  

 

Con alegría leamos la palabra.  

“Habla, Señor, que tu siervo escucha”.

“Señor, creo que en las Sagradas Escrituras que voy a leer

se contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.

Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca

Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad

lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza

y enciende mi corazón para que la palabra de Dios

pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio

de Tu Palabra, tu Divina Voluntad,lo que puedo y debo hacer,

lo que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar.

Como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.

Señor, aquí tienes mi corazón abierto,

dispuesto a escuchar Tu Palabra con corazón sencillo

y con la voluntad decidida para obedecerle.

En Ti esta la luz y la salvación.

Amen y Amen

PRIMERA LECTURA.

Jeremías 17,5-10.

Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor!
El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita.
¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza!
El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto.
Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo?
Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.Palabra del Señor.

 

Meditación

< Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor. >

El profeta nos ofrece una meditación sapiencial muy parecida a la que oíamos en labios de Moisés el jueves de la semana de ceniza. ¿Quiénes son benditos y darán fruto? ¿Quiénes malditos y quedarán estériles?
Es maldito quien pone su confianza en lo humano, en las fuerzas propias (en la «carne»). La comparación es expresiva: su vida será estéril, como un cardo raquítico en tierra seca.
Es bendito el que confía en Dios: ése sí dará fruto, como un árbol que crece junto al agua.
La opción sucede en lo más profundo del corazón (un corazón que según Jeremías es «falso y enfermo»). Los actos exteriores concretos son consecuencia de lo que hayamos decidido interiormente: si nos fiamos de nuestras fuerzas o de Dios.
Esto lo dice Jeremías para el pueblo de Israel, siempre tentado de olvidar a Dios y poner su confianza en alianzas humanas, militares, económica o política. Pero es un mensaje para todos nosotros, sobre todo en este tiempo en que el camino de la Pascua nos invita a reorientar nuestras vidas.

Salmo responsorial: 1

Dichoso el hombre  que no sigue el consejo de los impíos,  ni entra por la senda de los pecadores,  ni se sienta en la reunión de los cínicos;  sino que su gozo es la ley del Señor,  y medita su ley día y noche.
Será como un árbol  plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;  y cuanto emprende tiene buen fin.  
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos,  pero el camino de los impíos acaba mal.

El Evangelio de hoy

Lucas 16,19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle la llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""
Palabra del Señor.

Reflexión

Estamos ante dos extremos de la condición social y religiosa que revelan por dónde va el querer de Dios. El rico, que conocía la ley y los profetas, no fue capaz de asumir una actitud generosa, solidaria y comprometida para dignificar a los pobres que lo rodearon. Lázaro, en cambio, se abandonó por completo en las manos de Dios. El pobre recibe así la ayuda divina y se convierte en criterio para el juicio definitivo de los seres humanos.
La parábola permite ver con claridad la suerte de los egoístas que depositaron toda su confianza en la riqueza. El deseo tardío de conversión ya no es suficiente para la propia salvación; por eso se resalta la importancia de leer los signos de los tiempos y escuchar la voz de Dios en los profetas y en el clamor de los pobres. Es ahí donde la bondad y el amor deben hacerse realidad.
Vivimos en un mundo donde la falta de sensibilidad ante el dolor del otro es cada vez más generalizada. Urge reaccionar como cristianos.

Fijemos la mirada en Lázaro. El silencio parece ser el rasgo principal de su rostro. Probado duramente a lo largo de la vida, olvidado por los que esperaba ayuda, él calla. Ni una palabra contra Dios, ni contra los hombres. Ni rebelión, ni envidia, ni crítica. La muerte libertadora, quizás largamente esperada, llega como amiga. Y la escena cambia. Él, el despreciado, es acogido por los ángeles y santos en el seno de Abrahán. En aquella luz, él sigue envuelto de silencio. Una belleza sobrenatural emana de su rostro. Su rostro deja transparentar otro Rostro. Jesús es el pobre Lázaro: él no consideró un tesoro celoso ser igual a Dios, sino que se despojó de su rango; se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza. Su amor humilde le ha permitido subir y atravesar ese insondable abismo que separa la tierra del cielo. Y ahora, cada día, se sienta a la puerta de nuestro corazón y llama...

Permite que el amor de Dios llene hoy tu  vida. Ábrele tu corazón.Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Tú, Señor, conoces mi corazón y cada uno de mis pensamientos, tú conoces mis acciones. Por eso hoy me dirijo a ti, Dios mío, para que me enseñes a confiar y a abandonarme en ti. Quiero ser como ese árbol plantado junto al agua, que siempre está fresco y frondoso; quiero que cuando venga el calor de la tribulación o la prueba, yo pueda permanecer firme; quiero que, gracias al contacto contigo, mi vida nunca deje de dar frutos.
Confío en ti, Señor, pues sé que sólo tú puedes sostener mi vida, darle plenitud y la frescura de tu Espíritu.

“Señor Jesucristo, te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona que quieres que sea.” Padre lleno de amor, tú que te complaces en la misericordia y no te dejas ganar en generosidad y compasión, perdona siempre nuestras faltas y todo aquello con lo que herimos a tus hijos alejándonos así de tu casa y de tu mesa, así, con la luz de tu Espíritu Santo reconoceremos que tu amor es más grande que nuestras faltas y volveremos a ti con un corazón contrito y humillado.  Gloria y alabanza a ti, Señor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.Amen

* Te agradecería compartieras con tus amigos esta reflexión.
Con el mayor de mis respetos. Saludos y Dios los Bendiga. *

GRACIAS POR TU AMISTAD

FELIZ DIA.

Hermes Sarmiento G

De Colombia

 Si deseas escribirme, hazlo a este correo.

Así, responderé oportunamente.

Gracias

Hermes281955@hotmail.com



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Taty Enviado: 24/03/2011 19:02
 


 
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