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General: ♥**♥ Los dones de la vida ♥**♥
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Resposta  Mensagem 1 de 3 no assunto 
De: ◘ Sire ◘  (Mensagem original) Enviado: 20/04/2011 13:31
 

 

 

 

 

 

 

Los dones de la vida

 

Fábula de Ghana (África occidental)

      Un día la Vida tomó la figura de un joven apuesto y se puso a caminar por el mundo.

A la orilla de un bosque vio una cabaña, entró y encontró allí a un hombre pobre

enfermo de elefantiasis: todos sus miembros estaban hinchados y tan deformes que se

movía con mucha dificultad.

-¡Oh! ¿Que venturosos vientos te trajeron a mí? ¿Quién eres tú? -dijo el enfermo.

- Soy la Vida, -respondió el caminante. Algunos me reconocen cuando llego, pero no cuando

vuelvo. Yo voy y vengo; volveré por estos lugares dentro de siete años.

¿Pero, por qué gimes tanto?

-Tengo una enfermedad horrible; ha destruido mi aspecto humano y me ha quitado la

alegría de vivir. Ya no puedo más.

-Si quieres, -dijo la Vida, te curo. Pero tú me olvidarás.

-¡No! Le aseguró el enfermo. Guardaré eternamente en mi memoria a quien me cure

 y le estaré agradecido para siempre.

La Vida esparció un polvo misterioso sobre el enfermo, y éste quedó curado como

por encanto. La Vida siguió su camino y enseguida llegó a la cabaña de un leproso.

-¡Oh! ¡Bendito tú que vienes a mí! -exclamó el leproso al ver al hermoso joven.

¿Puedo saber tu nombre?

-Yo soy la Vida -dijo el recién llegado. Algunos me reconocen cuando llego, pero no

cuando regreso. Voy y vengo.

Volveré por estos rumbos dentro de siete años. Puedo curarte, ¿pero te acordarás de mí?

-No te olvidaré mientras viva -dijo el leproso.

La Vida lo curó y siguió su camino. Al llegar a una aldea, se encontró con un ciego

que buscaba el camino con un bastón. Cuando oyó pasos, se detuvo y preguntó.

-¿Quién va? ¡Cuidado con este pobre ciego!

-Yo soy la Vida. Algunos me reconocen cuando llego, pero no cuando vuelvo.

Curó también al ciego y desapareció. Pasaron los años, y a su tiempo, como lo había

 prometido, volvió, pero esta vez oculto bajo la figura de un ciego. Era ya tarde cuando

llegó a la cabaña del ciego que había curado. Tocó a la puerta.

No estaba, pero le abrió su esposa.

-Tenga piedad de este pobre ciego -dijo la Vida. Conozco a su esposo;

¿me puede dar un refresco mientras lo espero? Me basta con un poco de agua.

-Mi esposo es un verdadero tonto -refunfuñó la mujer. Trae a casa a cuanto

pobre se encuentra.

Puso un poco de agua sucia en una vieja jícara y se la ofreció de mal modo al falso ciego.

Por fin llegó el Señor de la casa, y la Vida se dirigió a él.

-Estoy de paso -dijo. ¿Puedes darme alojamiento hasta mañana?

El hombre murmuró algo, después extendió una estera en una esquina de la cabaña y dio

 al ciego un puñado de cacahuates. Cuando despuntó el alba, la Vida llamó a su

 anfitrión y le dijo:

-¿No te dije que algunos conocen a la Vida cuando viene pero no cuando regresa?

Tú no me has reconocido, porque la ceguera se ha quedado en tu corazón,

y volverá también a tus ojos.

Dijo esto y salió dejando tras de sí una polvareda. El hombre volvió a ser ciego,

 como siete años antes.

Cuando la Vida llegó a la cabaña del antiguo leproso, se cubrió de una lepra tan horrible

 que la seguían enjambres de moscas. Tocó a la puerta, pero aquel hombre, viendo

al leproso, no lo dejó entrar y rehusó darle de comer porque estaba demasiado sucio.

-Te lo había dicho -le recordó el caminante. Algunos conocen a la Vida cuando viene,

pero no cuando regresa.

Dijo y se marchó dejando tras de sí un reguero del misterioso polvo. El hombre ingrato

 se cubrió de nuevo de tanta lepra que la carne se le caía a pedazos.

Cuando llegó a la cabaña del antiguo enfermo de elefantiasis, la Vida se hinchó los miembros

de tal modo que a duras penas podía caminar. Se asomó a la puerta y dijo:

-¡Buen hombre, un poco de refresco por caridad!

-¡Adelante! ¡Adelante! ¡Entra! -dijo el hombre, apresurándose a ayudar al fingido enfermo.

¡Oh! ¡Que desgracia! ¡Tan joven y tan enfermo! Yo también, hace tiempo, tuve esa fea

 enfermedad, pero pasó por aquí un buen hombre y me curó. Quizá...

Y mientras hablaba puso a cocer un plato de arroz, dio al enfermo nueces y una jícara

 llena de leche fresca, después preparó un asado de carnero y se ocupó de

cuidar al enfermo.

En la mañana, la Vida se presentó como el joven hermoso que era y dijo:

-Tú has reconocido a la vida también a su regreso. No olvidas los beneficios recibidos

y sabes socorrer a quien sufre lo mismo que tú has sufrido. Por eso permanecerás

 sano y gozarás de prosperidad.

El hombre quiso hacer un regalo a la Vida, unas vacas. Pero el joven se

 lo agradeció diciendo:

-No tengo necesidad de riquezas. Quiero que recuerdes una cosa importante:

La Vida puede cambiar y traer hoy bienes y mañana males,

pero con frecuencia depende de ustedes hacerla mejor o peor

 

 

 



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Resposta  Mensagem 2 de 3 no assunto 
De: Karol Enviado: 20/04/2011 19:16
A veces se nos dan tantos dones y bendiciones en la vida que las tomamos como parte nuestra rutina diaria 
 y no les damos el valor que tienen.

Resposta  Mensagem 3 de 3 no assunto 
De: Taty Enviado: 20/04/2011 20:55
 
 


 
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