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General: EL EVANGELIO DE HOY SABADO 30 DE ABRIL DE 2011...DIOS LOS BENDIGA,FELIZ DIA DE R
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De: hermes sarmiento  (Mensaje original) Enviado: 30/04/2011 13:31

El Evangelio de Hoy SABADO 30 DE ABRIL DE 2011

Sábado de la Octava de Pascua.Solemnidad.

¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!

“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.

Con alegría leamos la palabra.

“Habla Señor, qué tu siervo escucha”.

Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla  con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen

Primera lectura

Hechos 4,13-21

En aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, se sorprendieron y descubrieron que habían sido compañeros de Jesús. Pero, viendo junto a ellos al hombre que habían curado, no encontraban respuesta. Les mandaron salir fuera del Sanedrín, y se pusieron a deliberar: "¿Qué vamos a hacer con esta gente? Es evidente que han hecho un milagro: lo sabe todo Jerusalén, y no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos que vuelvan a mencionar a nadie ese nombre." Los llamaron y les prohibieron en absoluto predicar y enseñar en nombre de Jesús. Pedro y Juan replicaron: "¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a vosotros en vez de a él? Juzgadlo vosotros. Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído." Repitiendo la prohibición, los soltaron. No encontraron la manera de castigarlos, porque el pueblo entero daba gloria a Dios por lo sucedido.
Palabra de Dios

Meditación

***No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído***

Continúa la escena de ayer: los apóstoles están delante de las autoridades, después de haber pasado la noche en la cárcel.
Los miembros del Sanedrín no saben qué hacer. No acaban de entender la valentía y el aplomo de unas personas incultas que dan testimonio de Jesús a pesar de todas las prohibiciones. Los que se creen sabios no han captado la voluntad de Dios, y los sencillos sí. Pero de por medio está el milagro que acaban de hacer los apóstoles con el paralítico, que les ha dado credibilidad ante todo el pueblo.
La nueva prohibición se encuentra, de nuevo, con la respuesta de Pedro, lúcido y decidido a continuar con su testimonio sobre Jesús. «No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído». Los apóstoles muestran una magnífica libertad interior: los acusados responden acusando al tribunal por no querer entender los planes de Dios y el mesianismo de Jesús. Nadie les podrá hacer callar a partir de ahora.
Éste es el fin del primer enfrentamiento con las autoridades de Israel. Luego vendrán otros, hasta que se consume la dispersión de los cristianos fuera de Jerusalén.
De nuevo el salmo 117, mesiánico y pascual, nos ayuda a entrar aún más en la gozosa convicción de esta semana: «hay cantos de victoria en las tiendas de los justos... no he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor».
Hoy leemos el final del evangelio de Marcos.
Desde luego, los apóstoles no están muy dispuestos a creer fácilmente la gran noticia de la resurrección de Jesús. Parece como si el evangelista quisiera subrayar esta incredulidad.
Primero es una mu jer, María Magdalena, la que les anuncia su encuentro con el Resucitado. Y no le creen. Luego son los dos de Emaús, y tampoco a ellos les dan crédito. Finalmente se aparece Jesús a los once, y les echa en cara su incredulidad.
La palabra final que les dirige es el envío misionero: «id al mundo entero y predicad el evangelio a toda la creación».
También nosotros, los cristianos de hoy, hemos recibido el mismo encargo: predicad la buena noticia de Cristo Jesús por toda la tierra.
Pudiera ser que también nosotros, en alguna etapa de nuestra vida, sintiéramos dificultades en nuestra propia fe. A todos nos puede pasar lo que a los apóstoles, que tuvieron que recorrer un camino de maduración desde la incredulidad del principio hasta la convicción que luego mostraron ante el Sanedrín.
Ojala tuviéramos la valentía de Pedro y Juan, y diéramos en todo momento testimonio vivencial de Cristo. Ojalá pudiéramos decir: «no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído». Para eso hace falta que hayamos tenido la experiencia del encuentro con el Resucitado.
La evangelización, el anuncio de la Buena Noticia de Cristo, ha sido siempre difícil. Desde la primera generación hay quien no quiere escuchar el anuncio de Cristo Resucitado, que comporta un estilo de vida especial y un evangelio que abarca toda la existencia y revoluciona los criterios familiares y sociales. Los profetas que osan dar el testimonio van a parar a la cárcel o a la muerte.
Pero la dificultad mayor no viene de fuera, sino de dentro. Si un cristiano no siente dentro la llama de la fe y no está lleno de la Pascua, no habla, no da testimonio. Mientras que cuando uno tiene la convicción interior no puede dejar de comunicarla. El que tiene una buena noticia no se la puede quedar para sí mismo. El río que lleva agua, la tiene que conducir hacia abajo, por más diques que le pongan. Lo peor es si el río está seco y no lleva agua: entonces no hace falta que le pongan diques, y no podrá dar origen a ningún pantano. Si el cristiano no tiene convicciones ni ha experimentado la presencia del Señor, entonces no hace falta ni que le amenacen: él mismo se callará porque no tiene ninguna noticia que comunicar.
Cada vez que celebramos la Eucaristía, después de haber escuchado la Palabra salvadora de Dios y haber recibido a Cristo mismo como alimento, tendríamos que salir a la vida -a nuestra familia, a nuestro trabajo, a nuestra comunidad religiosa- con esta actitud misionera y decidida: aunque, como a la Magdalena o a los de Emaús, no nos crean. No por eso debemos perder la esperanza ni dejar de intentar hacer creíble nuestro testimonio de palabra y de obra en el mundo de hoy.

Salmo responsorial: 117
***
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. ***
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.  Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R.
La piedra que desecharon los arquitectos  es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Señor, danos la salvación;  Señor, danos prosperidad.  Bendito el que viene en nombre del Señor,  os bendecimos desde la casa del Señor;  el Señor es Dios, él nos ilumina. R.

 

El Evangelio de hoy

Marcos 16,9-15

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación." 
Palabra del Señor.

Reflexión

***No quisieron creer. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio ***

El resucitado aparece muy de mañana a María Magdalena a quien había purificado, enseguida corre a hacer saber la noticia a los adoloridos y llorosos compañeros de Jesús, pero éstos no creen lo que escuchan, como si la esperanza que Jesús sembrara en ellos hubiera desaparecido con su muerte. En últimas, ni los mismos discípulos creían lo que les contaban. Aquí se palpa cuán difícil es creer en el Resucitado, debido a que todo su proyecto, según muchos, terminó en un fracaso.
A pesar de los tantos testimonios de las apariciones del Resucitado, son muchos los que en aquel entonces no creían, incluyendo a sus mismos discípulos. Esta incredulidad es refutada por el mismo Jesús cuando se les aparece y lo primero que hace es recriminarlos por su falta de fe, ya que no fueron suficientes los testimonios que recibieron para creer en lo que se les decía. Las apariciones deben ser tomadas como toques dados a la conciencia por la experiencia viva que se vive dentro con el resucitado; son importantes porque a Jesús no hay que buscarlo fuera de la historia, sino a través de procesos internos de toma de conciencia.
La comunidad debe tener claro que las apariciones están ligadas a la reconstrucción de la conciencia personal y grupal. Esta recuperación de la conciencia se da cuando se sale de la crisis que se experimenta por las tantas dudas y temores, y se experimenta que Jesús está vivo y nos está llamando a reconstruir la vida en torno a un proyecto comunitario que se creía acabado.
Es importante también cómo la comunidad reconstruye su conciencia y vuelve nuevamente a la alegría de poder tener esperanzas. Ya reconstruidos, y con la experiencia de haber vivido desde dentro el proceso de la conversión, serán capaces de anunciar la Buena Nueva.
Pedro y Juan son hombres del pueblo. Ante las autoridades se defienden con la propia experiencia y el testimonio del lisiado. Los jefes buscan la manera de callarlos imponiéndoles el silencio. Pedro y Juan recurren a su derecho de comunicar la verdad: deben dar testimonio de lo que han visto y oído. La gente, asombrada, impide que los apóstoles sean torturados.
La curación del paralítico llamó poderosamente la atención del pueblo. Pero, para las autoridades, el hecho tenía un peligroso significado y graves consecuencias. Significaba la ruptura de las normas vigentes que impedían el acceso al templo de defectuosos físicos. El lisiado, que tenía unos cuarenta años, siempre estuvo a la puerta del templo, pero sin ser admitido. Era un israelita de segunda clase. La puerta "Hermosa" a donde era llevado para pedir limosna constituía una burla a sus padecimientos.
La situación del paralítico era un espejo del pueblo pobre. Por sus carencias económicas y por ignorancia quebrantaba permanentemente alguna de las seiscientas trece leyes. Los de su tipo eran israelitas de segunda clase, comparados con los estrictos Fariseos o los poderosos Saduceos. El Templo era para la gente sencilla una terrible carga económica y un fastuoso testimonio de la marginación. De él estaban excluidos los enfermos, las mujeres y los extranjeros.
El apoyo popular que ganaban los seguidores de Jesús se convertía en una dura recriminación a la conducta de las máximas autoridades. Los discípulos de un hombre que había muerto como un criminal se transformaban en motivo de admiración. El «nombre» de Jesús, que había sido repudiado por blasfemia, se convertía en consigna de liberación. El movimiento que las autoridades consideraban extinguido resurgía con un vigor absolutamente inesperado. De este modo, el Espíritu del resucitado reivindicaba la causa de Jesús: la liberación de los pobres.
En el Evangelio, una adición posterior nos hace un balance de los relatos de la resurrección. Destaca la incredulidad de la comunidad que se resiste al certero testimonio de las mujeres. Al final, la presencia del resucitado se impone por la evidencia. Comienza una nueva etapa para la comunidad cristiana: se lanzan en todas las direcciones a anunciar el Evangelio y a conformar nuevas comunidades de discípulos de Jesús.

 

Jesús, concédeme la gracia de que mis meditaciones sean la gran escuela donde pueda alcanzar el conocimiento experimental de tu amor. Acrecienta mi amor a ti, pues sólo mediante el amor podré conocerte, entrar en lo más íntimo de tu corazón y captar tus sentimientos profundos. Señor Jesús, no podré ser misionero si no logro amar a cada uno de mis hermanos con el mismo amor con que Tú los amas. Dame una caridad como la tuya, total, generosa, desinteresada, que sólo busque el bien de las personas.  Señor, aumenta mi fe, mi caridad y mi esperanza. .“Señor Jesucristo, te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona que quieres que sea.” Padre lleno de amor, tú que te complaces en la misericordia y no te dejas ganar en generosidad y compasión, perdona siempre nuestras faltas y todo aquello con lo que herimos a tus hijos alejándonos así de tu casa y de tu mesa, así, con la luz de tu Espíritu Santo reconoceremos que tu amor es más grande que nuestras faltas y volveremos a ti con un corazón contrito y humillado.  Gloria y alabanza a ti, Señor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor.Amen,y Amen .

 

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GRACIAS POR TU AMISTAD

FELIZ DIA.

 

Hermes Sarmiento G

De Colombia

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Gracias

Hermes281955@hotmail.com



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Taty Enviado: 01/05/2011 02:22
 
 
 
Amen!!
feliz fin de semana,
 
Taty


 
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