El Evangelio de Hoy DOMINGO 01 DE MAYO DE 2011
II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia
¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!
“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.
Con alegría leamos la palabra.
“Habla Señor, qué tu siervo escucha”.
Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen
Primera lectura
Hechos de los Apóstoles 2,42-47.
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando. Palabra de Dios.
Meditación
***Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común ***
La primera lectura (Hch 2,42-47) de hoy es una descripción de esa nueva forma de "vivir" y de "convivir" que surge de la fe en la resurrección del Señor y que constituye la comunidad cristiana. El cuadro que Lucas nos ofrece de aquella primera iglesia, aunque ciertamente presenta algunos rasgos idealizados, es vivísimo y entusiasmante. El texto pertenece al tipo de relatos conocidos como "sumarios", en los cuales Lucas ofrece breves resúmenes de la vida de la iglesia con el objeto de marcar algunos momentos de transición y ofrecer al lector una pausa de reflexión acerca del sentido de los acontecimientos relatados. El sumario de Hch 2,42-47 está estructurado en base a cuatro elementos que constituían como las columnas básicas de la vida de la iglesia de Jerusalén.
(a) La enseñanza (didajé) de los apóstoles hace referencia al conjunto de la predicación apostólica, normativa y fundamental para la iglesia entera. (b) La comunión (koinonía) indica la unidad entre los creyentes (cf. Hch 4,32) que se manifiesta externamente en la solidaridad, en la comunión de bienes materiales y en la total igualdad socio-económica. El término "koinonía", que aparece en la obra de Lucas sólo en Hch 2,42, no se reduce a una unidad de ideales espirituales ni a la reunión de los creyentes durante el culto, sino que subraya la solidaridad y la igualdad económica que brota entre los creyentes en Jesús Resucitado los cuales tienen "un sólo corazón y una sola alma" (cf. Hch 2,44; 4,32.34). Se abandonan incluso los propios bienes, no por el deseo de ser pobre, sino con el fin de que no hayan pobres entre los hermanos. No se trata tanto de un ideal de renuncia o de pobreza voluntaria sino de una caridad concreta y realista (cf. Hch 2,45). (c) La fracción del pan es una expresión que con toda probabilidad indica la Eucaristía, que era celebrada durante las comidas en común en las casas (cf. Hch 20,7; 1 Cor 10,16). Lucas subraya que eran comidas celebradas con el "gozo por haber creído" (cf Hch 16,34) y con la convicción de la presencia del Señor en medio a los suyos reunidos para la Eucaristía (cf Lc 24,31.35). (d) Las oraciones hacen referencia muy probablemente a la práctica orante en el Templo de Jerusalén a horas fijas (tres veces al día), según el uso judío y como es atestiguado en la Diadajé (Did 8; cf. Hch 3,1). Como para todo judío de Jerusalén, el templo era frecuentado cotidianamente por los cristianos. En efecto, dice Lucas: "acudían diariamente al Templo" (Hch 2,46). Los primeros cristianos, por tanto, se insertan en el centro religioso de Israel, en continuidad con el ejemplo de Jesús (cf. Lc 19,47) y de los discípulos (cf. Lc 24,53). "Alaban a Dios" (Hch 2,47), afirma Lucas. La alabanza gozosa es también un rasgo de la iglesia como espacio y testigo del tiempo de la salvación. Los primeros cristianos alababan a Dios, tanto en el Templo como en las casas, y así la oración abrazaba la vida entera de los creyentes.
En síntesis, ¿cuál es la imagen de iglesia que el lector de los Hechos puede deducir de este sumario?
- Una iglesia que es consciente de ser depositaria de las promesas hechas a Israel y que, por tanto, vive su condición de pueblo de Dios en comunión con la religión de los padres. El cristiano de Jerusalén se esforzaba en ser un judío modelo. Una iglesia igualmente fiel a Jesús y que, a imitación suya y en continuidad con él, frecuenta el Templo y celebra la fracción del pan, pero que al mismo tiempo comienza a distinguirse del judaísmo a través de unos valores nuevos y una práctica religiosa propia.
- Una iglesia fiel al anuncio evangélico, a la enseñanza apostólica y a la catequesis; fiel al amor fraterno solidario y activo a través de obras concretas de caridad en favor de los más pobres; una iglesia fiel a la Eucaristía que es su centro y la fuente de su existencia; una iglesia fiel a la oración que es su fuerza vital; una iglesia que vive en la pobreza y en el gozo constante, disfrutando al mismo tiempo de la estima de todo el pueblo. Una iglesia abierta a Israel y al mundo entero, que fue punto de referencia para las iglesias del tiempo de Lucas y que lo será para la iglesia de todos los tiempos.
Salmo responsorial: 117 R/.Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos. R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: /sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
SEGUNDA LECTURA
1Pedro 1,3-9
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.
Meditación
***Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. ***
Empezamos hoy la lectura continua de la primera epístola de san Pedro. Escrita hacia el año 64, después de las Epístolas de san Pablo -que fueron escritas entre el 50 y el 64-, pero antes de los evangelios -que fueron escritos entre el 64 y el 9O. Centrada sobre el tema del «bautismo», esta Epístola es quizá una homilía pronunciada en una vigilia pascual en la que tenían lugar los bautizos de adultos. Y el comienzo de esta homilía podría ser la repetición del Himno o Canto de Entrada que inauguraba la celebración. -Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien por su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia que no conocerá ni destrucción, ni mancilla, ni envejecimiento. Himno primitivo que expresa a la perfección los sentimientos que debían de experimentar los hombres que recibían el bautismo: regeneración, renacimiento, renuevo de vida, esperanza. El signo y la causa de ese «nuevo nacimiento», residen en la Resurrección de Jesús, cuya fiesta se celebra esa noche. ¿Mi vida de bautizado? ¿Qué es para mí? ¿Soy capaz de dar gracias a Dios por mi bautismo? ¿Me apoyo en la gracia de mi bautismo para «renacer» de nuevo hoy, para marchar sin cesar como un ser nuevo, renovado? -Esta herencia es reservada en los cielos para vosotros a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada al final de los tiempos. Los primeros cristianos, más que ahora nosotros, estaban a la espera y la esperanza de la realización escatológica: ¿tiendo yo también a ese futuro que Dios está preparándome, tiendo hacia ese término final? -Rebosáis ya de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas. La predicación de Pedro es realista. La vida no es divertida y sin embargo... el cristiano es un «hombre feliz», incluso en las pruebas. ¿Puede decirse de mí que «salto de gozo»? Y, en este caso, ¿en qué se apoya mi alegría?
-Esas pruebas verificarán la calidad de vuestra fe que es mucho más preciosa que el oro. La fuente de la alegría es la Fe. Pedro describe esa alegría de la fe con lirismo: «¡rebosáis ya de una alegría inefable que os transfigura!» Las pruebas mismas no destruyen la alegría porque profundizan la calidad de la Fe. Reflexiono detenida y pausadamente sobre mis pruebas, y las pruebas de la Iglesia... Para considerar de qué modo esas pruebas me acercan más a Dios. -...Cuando se revelará Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto y en quien creéis aunque de momento no le veáis. Estar bautizado es perdurar en un lazo de amor y de fe personal con Jesús... En la espera de verle un día.
El Evangelio de hoy
Juan 20,19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos." Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo." A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto." Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. Palabra del Señor.
Reflexión
***A los ocho días llegó Jesús. Les mostró sus manos y su costado ***
El encuentro con el Señor es íntimo, personal. El viene y se presenta ante nosotros en ese momento de intimidad, en el que cerrando las puertas nos encontramos con nosotros mismos. Es aquella actitud penitente, reflexiva, humilde asumida por esta primera comunidad cristiana, la de los discípulos de Jesús, que es iluminada, fortalecida por la presencia de Jesús. Es sobre esta comunidad y en esa actitud que el Señor sopla el Espíritu Santo.
Es pues este el ejemplo de recogimiento y de oración comunitaria que debemos seguir, sabiéndonos humildes e indefensos sin Él, pero al mismo tiempo invencibles en la construcción del Reino, de cuyo triunfo nos ha dado garantía absoluta.
Es verdad, es cuestión de fe y no hay peor sordo o peor ciego que el que no quiere oír o ver. Nada le convencerá al escéptico, que como Tomás, necesita tocar las heridas para convencerse. Es posible que aún a aquél incrédulo el Señor, en su divina providencia tenga a bien presentarle señales tan claras, tan obvias e irrefutables como las mostradas a Tomas.
Sin embargo, no debemos esperar ello para creer. No debemos ser tan necios. Tenemos sobradas señales tan claras como que dos más dos es cuatro, para creer. Las evidencias están escritas y narradas en La Biblia, tal como Jesús les hizo comprender a los discípulos camino a Emaus. Toda esta Historia Sagrada, de cientos de años, tiene una lógica. Es una historia de amor. Del Amor inconmensurable de nuestro Padre Creador, que espera impaciente reunirse con nosotros; que nos quiere a todos de vuelta; que no quiere que se pierda ni uno solo…Que nos amó al extremo de no reparar en sacrificio alguno por tenernos a su lado. Un Padre que envió a su único Hijo, con una Misión: hacer Su Voluntad. Esta es, “salvarnos de la muerte y del pecado” a toda costa, incluso de su preciosa sangre.
Esto fue lo que hizo Jesús. Murió por nosotros en la Cruz y Resucitando nos reconcilió con el Padre, abriéndonos el Camino de la Vida Eterna. Sí, es verdad, estamos en camino…Hay todavía unas cuantas pendientes, algunos valles y uno que otro desierto que remontar, pero Jesús va adelante, señalándonos el camino, iluminándolo cuando es necesario, ayudándonos, jalándonos, animándonos. El Padre ya se ha incorporado y está saliendo apresurado a la verja, con los brazos abiertos…ya nos ha divisado. ¿Vamos a dejarlo por falta de fe? ¿Vamos a desairarlo y tomar otro camino, después de todo lo que ha hecho Jesús por orientarnos y encaminarnos?
¡Qué más evidencia queremos! ¿Qué otra prueba? ¡No se darán más pruebas que las de Jonás! ¡No pongamos excusas! ¡No nos dejemos engañar por el demonio! ¡Si ponemos las manos en el arado y miramos hacia atrás, no servimos para el Reino!
Hagamos pues una reflexión íntima y sincera…¿A qué tememos? ¿Qué es lo que nos impide ver a Jesús? ¿Qué estamos haciendo para que entre en nuestras vidas; para verlo presente ante nosotros? ¿No ha venido hoy a ti o es tal vez que no has querido verle? Medita con mucho recogimiento estas palabras. Ábrete; sincérate, el Señor está contigo diciéndote lo que debes hacer.
Padre Santo, no dejes que el ruido de la calle, el ruido de mis compromisos, de mis deseos, de mis angustias, de mis temores y anhelos, me impidan ver a Jesús, que irrumpe en mi vida para mostrarme el Camino. Acrecienta mi fe. Te doy gracias Jesús, mi Señor y mi Dios, que me has amado y llamado, hecho digno de ser tu discípulo, que me has dado el Espíritu, el mandato de anunciar y testimoniar tu resurrección, la misericordia del Padre, la salvación y el perdón para todos los hombres y todas las mujeres del mundo. Verdaderamente eres Tú el camino, la verdad y la vida, aurora sin ocaso, sol de justicia y de paz. Haz que permanezca en tu amor, ligado como sarmiento a la vid, dame tu paz, de modo que pueda superar mis debilidades, afrontar mis dudas, responder a tu llamada y vivir plenamente la misión que me has confiado, alabándote para siempre. .“Señor Jesucristo, te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona que quieres que sea.” Padre lleno de amor, tú que te complaces en la misericordia y no te dejas ganar en generosidad y compasión, perdona siempre nuestras faltas y todo aquello con lo que herimos a tus hijos alejándonos así de tu casa y de tu mesa, así, con la luz de tu Espíritu Santo reconoceremos que tu amor es más grande que nuestras faltas y volveremos a ti con un corazón contrito y humillado. Gloria y alabanza a ti, Señor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor.Amen,y Amen .
Hermes Sarmiento G
De Colombia
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