Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Amigosdeaquiydeallacompartiendo
¡ Feliz Cumpleaños monica1943 !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 ♥.·:*BIENVENIDO AL GRUPO*:·. ♥ 
  
 Presentate aqui 
  
 Cartelitos para responder 
 Dia de la semana 
  
 Amparito--clase psp 
 Tutoriales varios 
  
 Poemas 
 Reflexiones 
 Fondos listos 
 Retos 
 Hogar-Varios 
 Buzones personales ... 
  
 
 
  Herramientas
 
General: EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 29 DE MAYO DE 2011."EL SEÑOR ESTE CON USTEDES".
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: hermes sarmiento  (Mensaje original) Enviado: 29/05/2011 00:24
 

El Evangelio de Hoy DOMINGO 29 DE MAYO DE 2011

VI Domingo de la semana de Pascua.

¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!

“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.

Con alegría leamos la palabra.

“Habla Señor, qué tu siervo escucha”.

Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla  con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen

Primera lectura

Hechos de los apóstoles 8,5-8.14-17 

En aquellos días, Felipe bajo a la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacia, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se lleno de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. 
Palabra de Dios.

Meditación

Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo

La persecución desencadenada contra los discípulos tras el martirio de Esteban provoca su dispersión fuera de Jerusalén, con excepción de los apóstoles (vv. 1-4). Es una nueva siembra de la Palabra (Mc 4,3), mediante la cual se va cumpliendo el programa trazado por Jesús antes de la ascensión, cuando afirmaba que es preciso dar testimonio de él, más allá de Jerusalén, en Judea y en Samaría y hasta los confines de la tierra (Hch 1,8).
El diácono Felipe se pone a predicar el Evangelio a los samaritanos y encuentra los ánimos bien dispuestos, ávidos de escuchar sus palabras, entusiasmados por los milagros que acompañan y confirman la predicación. Estos samaritanos muestran la autenticidad de su adhesión a Cristo mediante una conversión concreta. En efecto, los que reciben el anuncio de la salvación no vacilan en rechazar la fascinación ilusoria de la magia (vv. 9-13).
La fe se convierte en vida, y vida inundada por una «gran alegría», don del Espíritu: es el Espíritu quien empuja a los discípulos, guía la actividad misionera y hace crecer la Iglesia, no sólo en extensión, sino también en cohesión y unidad. Aunque alejadas desde el punto de vista geográfico, las distintas comunidades permanecen, en efecto, sólidamente arraigadas en el fundamento de los apóstoles (cf. Ef. 2,20). Estos últimos deciden, de manera unánime, enviar desde Jerusalén a Pedro y Juan. En consecuencia, bajan a Samaría para transmitirles, mediante la imposición de las manos, el don del Espíritu del Resucitado (Jn 20,22s), una tarea propia del ministerio de los apóstoles. De este modo se establece un vínculo de comunión que edifica la Iglesia en la unidad.


Salmo responsorial: 65 
Aclamad al Señor, tierra entera.

Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: "¡Qué temibles son tus obras!" R.
Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. R.
Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente. R.
Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi suplica ni me retiró su favor. R. 

SEGUNDA LECTURA.
1Pedro 3,15-18

Queridos hermanos: Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal. Porque también Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. 
Palabra de Dios.

Meditación

Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida

Si queremos ser auténticos cristianos —afirma Pedro— no podemos evitar la persecución, sea cual sea la condición social a la que pertenezcamos. Para glorificar con nuestra vida el nombre de Cristo, es preciso no tener miedo de sufrir. El apóstol, citando Is 8,12b-13, exhorta a permanecer unidos al Señor. De ahí brota la fuerza limpia cuando se da razón de la propia fe. Si en el mundo domina la violencia, el cristiano debe resplandecer por la virtud de la fortaleza, que le hace manso y dulce en las palabras, siempre dispuesto a obrar conforme al Evangelio, y por eso incontestable (v. 16). En esas condiciones, cualquier sufrimiento padecido será «un sacrificio santo y agradable a Dios» (Rom 12,1), unido al de Cristo (v. 17).
Él, con su muerte expiatoria, ha liberado de la esclavitud del pecado a los hombres de todos los tiempos, tal como había profetizado Isaías (53,11b) del Siervo de YHWH. De este modo, toda la humanidad es reconducida a Dios, en calidad de ofrenda consagrada a él. El final de la perícopa (v. 18b) expresa de modo recargado y lapidario el significado de la pascua del Señor: «En cuanto hombre sufrió la muerte» —por haber asumido la carne de la humanidad para poder cargar sobre sí y expiar el pecado del hombre—, pero «fue devuelto a la vida por el Espíritu», porque el amor que le impulsó a la entrega total de sí mismo es más fuerte que la muerte. En este paso —pascua— se revela la gloria de Dios. Sólo adorando en su propio corazón este misterio, tendrá el cristiano la fuerza necesaria para hacer frente a la persecución como su Señor, y dará testimonio con la palabra y con la vida de la esperanza que lo sostiene.


El Evangelio de hoy

1Juan 14,15-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él."

Palabra de Dios.

Reflexión

Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor

En el «discurso de despedida», Jesús ayuda a sus discípulos a comprender el sentido y el valor de su «ir al Padre», y les consuela por la pena que esta separación produce en ellos. Ese consuelo toma el significado concreto de una salida de sí para adherirse plenamente a la voluntad de Dios. La pascua estará completa si también los discípulos hacen su éxodo como Cristo. El éxodo que deben realizar no es ya de naturaleza geográfica, sino de orden espiritual, y se condensa en una actitud de obediencia: «Si me amáis, obedeceréis mis mandamientos» (v. 15).
El amor a Jesús no es un sentimiento, sino una vida fiel a su Palabra; tampoco es un sentimiento el amor de Jesús por los hombres. El amor es una persona, es Dios mismo, es el Espíritu Santo, que une al Hijo con el Padre en la eternidad y que ha sido derramado en el corazón de los creyentes (cf. Rom 5,5). En el cuarto evangelio se designa al Espíritu con un término tomado del vocabulario forense: Paráclito, «abogado defensor» o, mejor aún —puesto que esta función era desconocida para el derecho judío—, el «testigo a favor». De ahí la traducción: «Consolador». Jesús es el primer “paráclito” enviado por el Padre: tras su partida intercederá ante Dios para que envíe «otro paráclito», que permanecerá para siempre con los suyos. El «mundo» ignora su presencia, porque no es perceptible a los sentidos, aunque quienes están atentos a las cosas de Dios la conocen.
En la vida de la Iglesia todo se mueve al son del Espíritu: él es quien ora en los que oran; él es quien guía a la verdad completa; es también él quien mueve al arrepentimiento a los que han caído en pecado y abre los corazones a la conversión; él es quien hace comprender la inefable unidad entre el Padre y Jesús, y quien introducirá en ella a los discípulos (v. 20). Su presencia es para cada hombre la prenda de la misma vida eterna (v. 19), de la manifestación plena del rostro de Dios y de la comunión total con él: «El que acepta mis preceptos y los pone en práctica, se me ama... y me manifestare él» (v. 21).
En el orden cotidiano de nuestra vida no tenemos siempre presente el motivo de nuestra alegría y de nuestra esperanza. Para que eso ocurra es preciso vivir con la mirada del corazón dirigida a Cristo, que repite más veces: «Si me amáis...». Todo depende de este «si». Sin embargo, amar es lo que más difícil nos resulta, porque prevalece en nosotros la yesca del egoísmo y del orgullo, del repliegue en nosotros mismos, por encima del impulso a ofrecernos a los otros. A menudo, víctimas de nuestro mismo egoísmo, pecamos contra Dios y contra los hermanos. El amor está herido por nuestros rechazos y por nuestras avaricias. Cuántas veces nos encontramos haciendo cálculos o dispuestos a amar sólo hasta cierto punto, sólo si vemos alguna utilidad práctica, algún resultado efectivo; en resumidas cuentas, sólo si, en definitiva, podemos sacar alguna ganancia.
Sin embargo, es siempre el amor mismo, en su gratuidad más total, la mayor ventaja. Sólo quien ama vive de verdad. Quien no ama está en la muerte. Así se revela el misterio de la alegría. Vivir la pascua significa redescubrir cada día que estamos llamados al amor y a la comunión. Que aunque somos débiles y con frecuencia nos sentimos aplastados por muchas preocupaciones y sufrimientos, se nos conceda no perder nunca el deseo de ser testigos del amor. Que cada día podamos decirle al Señor: «Concédeme, hoy, ser motivo de consuelo para mis hermanos, en especial para los más tristes y los que pasan por las pruebas más difíciles». «Concédeme, hoy, hacer brillar un rayo de luz en el camino de quienes no conocen la belleza de la vida». Que cada día podamos decir: he aquí la pascua. Que cada mañana podamos ponernos en camino impulsados por el Espíritu de amor, y así ya nada podrá asustarnos: hasta el dolor y la muerte se volverán acontecimientos de amor, acontecimientos pascuales, pasos a la vida nueva.

OH Dios Eterno, bondad misma, inconcebible en Tu Misericordia por ninguna mente humana ni angélica, ayúdame ,a cumplir Tu Santa Voluntad, tal y como me la das a conocer.No deseo otra cosa QUE CUMPLIR LOS DESEOS DE Dios.He aquí, señor mi alma y mi cuerpo ,mi mente y mi voluntad, mí corazón y todo mi amor y dispón de mi según Tus eternos designios. Señor Jesús,  yo confieso que he pecado contra Ti, por favor perdóname por haber andado en mi propio egoísmo y limpiadme.  Yo te recibo como mi Señor y Salvador. Yo creo que Tú eres el Hijo de Dios, quién vino a la tierra, murió en la cruz, derramo su Sangre por mis pecados, y se levanto de los muertos. Dame tu fuerza, Señor. Ayúdame a vivir mi vida de forma que te agrade.  Gracias por abrir el camino para yo poder orar a Dios el Padre, en tu nombre. Yo me regocijo en tu promesa, de que viviré contigo toda la eternidad en el cielo.Señor bendice nuestra casita y a todos sus integrantes de este bello grupo familiar y de amistad, que en sus corazones brille la paz, también en cada uno de sus familias, que todos gocen de buena salud, al igual que sus familiares. Que no exista los celos y la envidia, porque todo esta hecho con dedicación amor y trabajo. Te lo pedimos Padre Amado en el nombre de Tu Hijo Jesucristo. Alabado seas Señor, Bendito sea tu Santo Nombre Señor.

Amén y Amen 

GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS 

* Te agradecería compartieras con tus amistades este mensaje.
Con el mayor de mis respetos. Saludos,Dios los Bendiga. *

GRACIAS POR TU AMISTAD

FELIZ DIA.

Hermes Sarmiento G

De Colombia

 Si deseas escribirme, hazlo a este correo.

Así, responderé oportunamente.

Gracias

Hermes281955@hotmail.com



Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: ◘ Sire ◘ Enviado: 08/06/2011 13:33


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados