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General: .EL EVANGELIO DE HOY MARTES 14 DE JUNIO DE 2011."EL SEÑOR ESTE CON USTEDES".
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De: hermes sarmiento  (Mensaje original) Enviado: 14/06/2011 02:39


El Evangelio de Hoy MARTES 14 DE JUNIO DE 2011

 

"Los hombres tienen con frecuencia bastante religión para sentirse enemigos de los que tienen otra; y muy pocas veces tienen la religión necesaria para amarse los unos a los otros".

 

Martes del tiempo ordinario.

¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.Con alegría leamos la palabra.

“Habla Señor, qué tu siervo escucha”.

Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla  con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen.

Primera lectura

2Corintios 8,1-9

Queremos que conozcáis, hermanos, la gracia que Dios ha dado a las Iglesias de Macedonia: En las pruebas y desgracias creció su alegría; y su pobreza extrema se desbordó en un derroche de generosidad. Con todas sus fuerzas y aún por encima de sus fuerzas, os lo aseguro, con toda espontaneidad e insistencia nos pidieron como un favor que aceptara su aportación en la colecta a favor de los santos. Y dieron más de lo que esperábamos: se dieron a sí mismos, primero al Señor y luego, como Dios quería, también a nosotros.
En vista de eso, como fue Tito quien empezó la cosa, le hemos pedido que dé el último toque entre vosotros a esta obra de caridad. Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis; distinguíos también ahora por vuestra generosidad. No es que os lo mande; os hablo del empeño que ponen otros para comprobar si vuestro amor es genuino. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza.
Palabra de Dios

Meditación

La generosidad es una de las virtudes fundamentales del cristiano. La generosidad es la virtud que nos caracteriza en nuestra imitación de Cristo, en nuestro camino de identificación con Él. Esto es porque la generosidad no es simplemente una virtud que nace del corazón que quiere dar a los demás, sino la auténtica generosidad nace de un corazón que quiere amar a los demás. No puede haber generosidad sin amor, como tampoco puede haber amor sin generosidad. Es imposible deslindar, es imposible separar estas dos virtudes.
¿Qué amor puede existir en quien no quiera darse? ¿Y qué don auténtico puede existir sin amor? Esta unión, esta intimidad tan estrecha entre la generosidad y la misericordia, entre la generosidad y el amor, la vemos clarísimamente reflejada en el corazón de nuestro Señor, en el amor que Dios tiene para cada uno de nosotros, y en la forma en que Jesucristo se vuelca sobre cada una de nuestras vidas dándonos a cada uno todo lo que necesitamos, todo lo que nos es conveniente para nuestro crecimiento espiritual.
Este darse de Cristo lo hace nuestro Señor a costa de Él mismo. Como diría San Pablo: “Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hiciesen ricos con su pobreza”. Ésta es la clave verdadera del auténtico amor y de la auténtica generosidad: el hacerlo a costa de uno.
En el fondo, podríamos pensar que esto es algo negativo o que es algo que no nos conviene. ¡Cómo voy yo a entregarme a costa mía! ¡Cómo voy yo a darme o a amar a costa mía! Sin embargo, es imposible amar si no es a costa de uno, porque el auténtico amor es el amor que es capaz de ir quebrando los propios egoísmos, de ir rompiendo la búsqueda de sí mismo, de ir disgregando aquellas estructuras que únicamente se preocupan por uno mismo. ¡Qué diferente es la vida, qué diferente se ve todo cuando en nuestra existencia no nos buscamos a nosotros y cuando buscamos verdadera y únicamente a Dios nuestro Señor! ¡Cómo cambian las prioridades, cómo cambia el entendimiento que tenemos de toda la realidad y, sobre todo, cómo aprendemos a no conformarnos con amar poquito!
Esto es lo que nuestro Señor nos dice en el Evangelio: “Antiguamente se decía: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo”. Esto es amar poquito, amar con medida, amar sin darse totalmente a todos los demás. Podríamos nosotros también ser así: personas que aman no según el amor, sino según sus conveniencias; no según la entrega, sino según los propios intereses. Cuando Cristo dice: “Si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso también los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso también los paganos?”, lo que nos está diciendo: ¿no hacen eso también aquellos a los que solamente les interesa la conveniencia o el dinero? Te doy, porque me diste; te amo porque me amaste.
El cristiano tiene que aprender a abrir su corazón verdaderamente a todos los que lo rodean, y entonces, las prioridades cambian: ya no me preocupo si esto me interesa o no; la única preocupación que acabo por tener es si me estoy entregando totalmente o me estoy entregando a medias; si estoy dándome, incluso a costa de mí mismo, o estoy dándome calculándome a mí mismo. En el fondo, estos dos modelos que aparecen son aquellos que, o siguen a Cristo, o se siguen a sí mismos.
Ser perfectos no es, necesariamente, ser perfeccionistas. Ser perfectos significa ser capaces de llevar hasta el final, hasta todas las consecuencias el amor que Dios ha depositado en nuestro corazón. Ser perfecto no es terminar todas las cosas hasta el último detalle; ser perfecto es amar sin ninguna medida, sin ningún límite, llegar hasta el final consigo mismo en el amor.
Para todos nosotros, que tenemos una vocación cristiana dentro de la Iglesia, se nos presenta el interrogante de si estamos siendo perfeccionistas o perfectos; si estamos llegando hasta el final o estamos calculando; si estamos amando a los que nos aman o estamos entregándonos a costa de nosotros mismos.
Estas preguntas, que en nuestro corazón tenemos que atrevernos a hacer, son las preguntas que nos llevan a la felicidad y a corresponder a Dios como Padre nuestro, y, por el contrario, son preguntas que, si no las respondemos adecuadamente, nos llevan a la frustración interior, a la amargura interior; nos llevan a un amor partido y, por lo tanto, a un amor que no satisface el alma.
Pidámosle a Jesucristo que nos ayude a no fragmentar nuestro corazón, que nos ayude a no calcular nuestra entrega, que nos ayude a no ponernos a nosotros mismos como prioridad fundamental de nuestro don a los demás. Que nuestra única meta sea la de ser perfectos, es decir, la de amar como Cristo nos ama a nosotros.

Salmo 145

Alabaré al Señor mientras viva,  tañeré para mi Dios mientras exista.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios,  que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él;  que mantiene su fidelidad perpetuamente.  
Que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos.

El Evangelio De Hoy

Mateo 5,43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publícanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."
Palabra del Señor.

Reflexión

La violencia tiene límites; el amor no. Jesús propone amar hasta lo inimaginable: hasta al enemigo. Llega a incluir dentro del concepto de “prójimo” no sólo “al que está cerca de mí”, sino también “a aquél a quien yo me acerco”, como queda de manifiesto en la parábola del samaritano, donde este hombre se acerca al malherido para curar sus heridas, y no tiene dudas en prometer al posadero que pagará todos los cuidados que tenga con el malherido hasta que esté restablecido del todo. El discípulo debe adoptar esta actitud de amor sin fronteras, siguiendo el modelo de Dios, que manda luz, calor, agua y vida a todos por igual; a malos y buenos, a justos e injustos. Los cristianos tienen que practicar este amor universal, aunque con frecuencia no sean correspondidos. A la hora de amar, deben estar dispuestos a no hacer distinciones entre amigos y enemigos. Sólo de este modo llegarán a ser hijos de Dios, esto es, de su misma naturaleza; o lo que es igual, su actuar será siempre todo amor que se ofrece al otro para darle vida. Hacernos “prójimo” con los que más nos necesiten es un acto de amor sin precedente. Es la misión de todo aquél que se hace llamar “cristiano”.

Jesús sigue perfilando su fascinante e intrigante proyecto evangélico elevando cada vez más el nivel de calidad hasta la igualdad con el Padre celestial. Jesús, que es el Hijo de Dios, pero también hijo del hombre, se atreve a desafiar el valor y la osadía humanos hasta lanzarlos hacia una perfección como la divina. A decir verdad, Jesús no emplea el sustantivo «perfección» (que designaría una «cosa» o una idea exterior), sino un adjetivo que se refiere a una situación personal: «Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto». La palabra griega original, además de perfectos/perfecto», significa también «completo», «maduro», «el que cumple con lo que tiene que hacer y lo hace a fondo».
El lugar del Padre es el cielo: símbolo de elevación, de limpieza, de inmensidad y espacio del Reino. Estos símbolos entran en la calidad del amor discipular a cada uno, no se afanan por bloquear a los otros en las categorías de prójimo-enemigo, aliados-perseguidores, malvados-buenos, amigos-hermanos. Es una selección prohibida a todo el que pretenda ser y seguir siendo hijo del Padre. Si el otro persiste como enemigo o perseguidor y malvado, rezarás por él, le favorecerás. Jesús no entra en sutilezas en lo que afecta al riesgo de caer en lo genérico, como el oceánico «querámonos bien», el indiferenciado e insignificante «amar a todos por igual y no amar a nadie en concreto». La categoría de concreto aparece repetida y abundantemente detallada en el mensaje neotestamentario. «Orar», «beneficiar» (imagen del sol y de la lluvia), son también signos de concreción. La colecta emprendida por Pablo es otra nota de concreción por parte de quien no olvida un compromiso sustancial de la Iglesia: acordarse de los pobres (Gal 2,10).
La perícopa evangélica, al señalar maduraciones de bienaventuranzas como las de la humildad y la misericordia, los pacíficos y los perseguidos, alcanza una cima del radicalismo evangélico verdaderamente maximalista: la calidad de los perfectos como la del Padre celestial perfecto. Un término inaudito en labios humanos: concreto en los labios de Jesús, hijo divino y hermano humano.

Señor, mi amor es interesado en muchas ocasiones. Amo, pero no a fondo perdido. ¡Cuántas veces me siento ofendido al no recibir agradecimiento o cariño de alguien a quien he hecho algún bien! Pero yo sé que Tú no eres así. Enséñame a amar como Tú amas, sin esperar nada a cambio, sin condiciones. Ayúdame también a perdonar a aquellos que me han hecho daño, a amar a los que no me quieren y a manifestar con mi pobre ser que Tú amas incluso a aquellos que no quieren saber de Ti. Haz que de mi corazón brote el verdadero Amor que eres Tú. Señor Jesús, hoy te pido la gracia de poder perdonar a todos los que me han ofendido en la vida. Sé que Tú me darás la fuerza para perdonar.Te pido poder perdonar a quien considero mi peor enemigo, al que me cueste más perdonar o por el que digo que nunca lo per­donaría.Gracias, Señor, porque me libras del mal y me ayudas a perdonar. Gracias por tu amor y tu paz. Haz que tu Espíritu Santo ilumine todos los rincones de mi mente. Señor Jesús,  yo confieso que he pecado contra Ti, Por favor perdóname por haber andado en mi propio egoísmo y limpiadme.  Yo te recibo como mi Señor y Salvador. Yo creo que Tú eres el Hijo de Dios, quién vino a la tierra, murió en la cruz, derramo su Sangre por mis pecados, y se levanto de los muertos. Dame tu fuerza, Señor. Ayúdame a vivir mi vida de forma que te agrade.  Gracias por abrir el camino para yo poder orar a Dios el Padre, en tu nombre. Yo me regocijo en tu promesa, de que viviré contigo toda la eternidad en el cielo.Señor bendice nuestra casita y a todos sus integrantes de este bello grupo familiar y de amistad, que en sus corazones brille la paz, también en cada uno de sus familias, que todos gocen de buena salud, al igual que sus familiares. Que no exista los celos y la envidia, porque todo esta hecho con dedicación amor y trabajo. Te lo pedimos Padre Amado en el nombre de Tu Hijo Jesucristo. Alabado seas Señor, Bendito sea tu Santo Nombre Señor.Amén y Amen 

GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS

Hermes Sarmiento G

De Colombia

* Te agradecería compartieras con tus amistades este mensaje.
Con el mayor de mis respetos. Saludos. Dios los Bendiga. *

GRACIAS POR TU AMISTAD, FELIZ DIA.

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Así, responderé oportunamente.

Gracias

Hermes281955@hotmail.com

 


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De: hermes sarmiento Enviado: 14/06/2011 13:43
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