Cambia, todo cambia
Hoy, con los platos y los
cubiertos,
hay muchas otras cosas
‘descartables’.
Parece que casi todo se puede
usar y tirar.
Entonces, y con razón, te viene
la angustia
de que también a vos, que te
cambien
con la misma facilidad con la que
saltamos
de canal en canal con el control
remoto de la TV.
Así como las cosas descartables
hay personas, compañeros, amigos,
esposos, que parecen y se sienten
descartables, y sin ninguna
posibilidad
de reciclaje.
Sin embargo, mientras todo pasa
y todo cambia, Jesús no cambia.
Jesús es siempre el mismo ayer,
hoy y siempre.
Y siempre está esperando, firme
en su amor extraordinario por
nosotros,
y siempre nos recibe con
compasión
y misericordia, y no está enojado.
Jesús está como familiar, como pariente,
porque es el Hijo de Dios hecho uno más
de los nuestros, de nuestra familia humana.
Él conoce nuestras cosas porque las pasó
en carne viva.
Vivió la pobreza, la necesidad de
trabajar,
de rezar, la dificultad de
hacerse entender
hasta por sus mismos parientes y
amigos,
sufrió la tentación como
nosotros.
Fue perseguido; condenado a morir
en la cruz como blasfemo y entre
delincuentes.
Pero en todo este proceso el amor
de Jesús
permaneció siempre el mismo, el
proceso
sólo sirvió para que se manifestara toda
la anchura y la profundidad del Amor de Dios
en el corazón paciente y fuerte del Hijo.
Por eso, mientras todo cambia y
todo
se vuelve descartable, vos volvé
a Jesús
que no cambia. Él está siempre
como pariente,
como familiar, llamándonos,
perdonándonos,
consolándonos, enviándonos y
dándonos
otra oportunidad de vivir en el
amor.
Para Él no somos ‘descartables’.
P. Guillermo Ortiz SJ.