A través de mi ventana veo cómo la lluvia cae, pequeñas gotas resbalan por los cristales y mojan el suelo de la calle, casi puedo percibir el olor a tierra mojada. Miro y veo a las gentes pasar, cada una con rumbo hacia su lugar de destino; intento ver sus caras más no consigo vislumbrar sus rostros, sólo sus figuras y su forma de caminar. Algunas van en grupo, charlan y la lluvia no parece molestarles, otras aligeran su paso, posiblemente pensando en que la lluvia arrecie; hay varias paradas, esperando algo, refugiadas en un soportal. Los críos se hacen los remolones para no dejar sus juegos, les cuesta a sus madres llevarlos a casa. Las calles están repletas, nada detiene su concurrencia, es sólo un día más, algo lluvioso, pero todo sigue su curso; admiro como nada puede detener el ritmo de la vida, todo sigue y las personan van hacia su destino, yo hoy por un instante he detenido el mío, para admirar este discurrir del tiempo en una tarde de lluviosa…
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