Nada en este mundo dura
fenecen bienes y males,
una triste sepultura
a todos nos have iguales.
(De la tradición)
La voz, la espiga, la flor,
las aves, peces, gusanos,
la ternura de las manos;
se termina hasta el amor.
Desaparece el fulgor
de la vida, la ternura,
la alegría, la locura,
el dolor y la riqueza.
No queda ni la pobreza,
nada en este mundo dura.
Se nos extingue la luz,
la salud, el bienestar,
sólo nos queda rezar
para alabar a Jesús.
Carguemos siempre la Cruz
con actos espirituales
y las cosas materiales
compartamos como hermanos.
Para todo ser humano
fenecen bienes y males.
Dejemos en esta tierra
lo mejor de la existencia,
para que quede la esencia
y el amor que el alma encierra.
No vivamos en la guerra
de la ansiedad y la locura.
Dejemos mucha ternura
y huellas en el camino,
porque depara el destino
una triste sepultura.
En los surcos de la vida
aprendamos a sembrar,
el amor, el bienestar
en cada estancia querida.
Las etapas compartidas
nos exoneran de males
y nos hacen más cabales
en toda la humanidad.
Sólo la luz, la bondad
a todos nos have iguales.