En medio de la noche te desvelas y adivinas mi rostro dormido. Apoyas tu boca sobre mi frente; dejas, como al descuido, tu mano sobre mi pecho, hasta que nuestros latidos se acompasan.
En medio de la noche, hostil y oscura, me guardas, estremeciéndote a cada movimiento que hago, hasta que, femenina y desvalida, te quedas soñando como un ángel cansado.
Por la mañana tengo una alegría que me vive todo el día, que me asiste todo el día, sin saber a qué se debe, por qué nace.
José Batllo (España, 1939)
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