Todos cautivos
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Libro: Brotes
Todos cautivos, y con un horizonte cercado, con una mirada angustiosa, con el paso cerrado, el corazón oprimido y un paisaje de recuerdos dibujados en el alma, al cual nos aferramos y por el que nos sostenemos… todos.
Los de allá, cautivos por el miedo, pero con su cielo, su mar y sus palmeras. Los de acá, cautivos por necesidad o por deber de conciencia, pero errantes, solitarios, desmembrados.
Los de allá no hablan por temor. Los de acá, por una barrera más infranqueable que el temor: la gratitud.
Los de allá son palomas que sangran, pero tienen su palomar para calentarse. Los de acá sangran también, pero por fuerza tienen que volar en un espacio inmenso, hostil, desconocido.
Los de allá sufren humillaciones, desprecios, fatigas. Los de acá son insignificantes, ignorados, intrusos.
Los de allá claman por justicia y todavía tienen fe en los derechos humanos. Los de acá contemplan con claridad absoluta que estamos abandonados, que nos han dejado solos, que el mundo no tiene interés en salvarnos.
Los de acá y los de allá… todos cautivos. ¿Qué nos queda?
Queda Cristo, el que convirtió el agua en vino. Queda su madre, la que le pidió el milagro… ella todavía puede suplicarle y él no podrá menos que contestar lo mismo: “Haced lo que ella diga.”