A veces no consigo descifrarme
y el misterio se apodera de mi voz.
No comprendo los aromas que me invaden,
si te pienso entre mis tardes,
mientras se desmaya el sol.
Se me nublan las estrellas sobre el cielo
y atropello las caricias al andar,
te me haces pensamiento,
arena y cuerpo, marea y beso
y en mitad de la tormenta ¡boca y mar!
Y un destello se me enciende en la mirada
como un brillo de esa luz crepuscular
que sostiene los violines y las anclas
cuando el viento se detiene
un instante a respirar.
Te navego en la quietud de una caricia,
y alimento esta ternura aún por dar
y entre bucles de dulzura te haces brisa
repoblando los senderos que mi cuerpo
te ha entregado sin dudar.
Eres ancla en el naufragio de mis días,
agua clara de un claro manantial,
donde quiero sumergirme
para así poder sentirte
mientras vuelo entre tus alas de cristal.
Y aún no entiendo porque habitas en mis horas,
si eres solo un pensamiento y poco más,
pero lates en mi pecho cuando enciendo las antorchas
que te buscan
¡y te quieren contemplar!
|