El Antagonista es como un aguijón que provoca,
excluye, difama, critica, hiere, inflama.
En los mitos de distintas culturas y los cuentos tradicionales,
es quien hace más difícil el camino del Protagonista de la historia.
Psicológicamente, la actitud que tomemos ante su accionar,
puede poco a poco destruirnos,
o bien constituirnos en personas más lúcidas.
Lo segundo implicará que el Antagonista nos reafirme,
en nuestros mejores valores.
Lo primero, que nos desvíe y nos convierta o en su semejante,
o bien en su satélite (boyando en SU propia órbita, mas no en la nuestra).
Si quedamos pendientes del Antagonista (para vengarnos, para demostrarle cuánto valemos, o para ganarnos la admisión en su mundo),
de un modo u otro permanecemos presos de su manipulación:
nos volvemos actores de reparto,
en el guión que él va escribiendo para nosotros.
Y lo cierto es que cada uno ha venido a este mundo a ser
PROTAGONISTA de la PROPIA vida...
y no actor de reparto de ninguna vida AJENA!...
Pero para ello necesitamos aprender a plantarnos
sobre nuestros propios pies,
dándonos cuenta de que ser rechazados por el Antagonista
puede ayudarnos a saber a ciencia cierta
de qué material estamos hechos
(y a veces para comprender que quizás alguna vez
nosotros mismos hemos actuado como Antagonistas de otros, por ignorancia).
La crítica maliciosa, el rechazo, la exclusión, naturalmente generan rabia, sensación de inferioridad, resentimiento...
Pero quienes conocemos gente valiosa, sabemos muy bien que ellos,
han llegado a ser lo que son,
justamente por no haber negociado en el Camino:
no haber violentado sus mejores valores para volverse
Antagonista del Antagonista,
ni para ser aceptado por él;
o quizás, habiéndolo hecho inicialmente desde la soledad o la confusión, luego cobraron fuerza interna para decir, finalmente,
esa palabra corta, tremenda, contundente...
La palabra "Basta!".
EDUARDO GOWE