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No tenías espacios
Ni recuerdos
Ni nombre
Y cuando me mirabas,
preguntaban tus ojos ,
¿Quién era yo?
Y besando tu frente,
Te respondía,
Soy yo , tu amiga.
Y vos me sonreías
nerviosa y agitada .
Y sólo me decías ,
¡ Sí, sí , mi amiga!
Aunque yo ya sabía
Que no me conocías.
Una mañana
Cua
ndo llegué al hogar,
No te encontré.
Te habías ido
Sin despedirte.
Sólo encontré tu silla,
vacía.
Hoy te recuerdo
Y tenés un espacio
en mi corazón
y en la luz de Belén,
que nos lleva al Señor.
Y todas las caricias
que ya no puedo darte.
Feliz Navidad
Querida amiga, María Esther.
Marta I. Pellegrino
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