En el silencio de la noche y tendida sobre la cama los recuerdos llegan a mi mente: mi vida pasa como una película por mi cabeza. Momentos bellos alegran mi semblante, tiempos felices, hechos inolvidables como la llegada de mis hijos, algo que ninguna mujer olvida. Otros tristes, muy tristes y que no quieres recordar, para no llorar de nuevo; desengaños de la vida, lecciones que aprendes y te hacen endurecer para seguir el camino. Miras todo pasar y piensas… quizás si hubieras actuado distinto, la vida no habría sido tan dura, le habría dado otro rumbo a tu destino. En estos momentos de melancolía miras atrás con tristeza por la pérdida de las personas amadas y dejas lo nefasto, sólo quieres quedarte con lo bueno, con lo aprendido, con las personas que has amado y con las que ahora forman parte de tu caminar. Aprendes de los fallos cometidos… !Es lo bueno de equivocarse! Lo que tomas para no caer de nuevo. Han pasado en minutos tantos recuerdos que alguno puede que se quede en el olvido. Niñez, adolescencia, juventud y madurez, todos han sucedido muy deprisa; los ves como si fuera ayer: son los años que van tan rápido que al volver la vista atrás no piensas que han discurrido los años y gran parte de tu vida se ha esfumado. Ahora sólo quieres vivir de lo aprendido, la misma joven de antaño con la madurez acumulada . Escuchas antes de hablar, prestas atención a cosas que antes ni sabias que existían, quieres hacer feliz y serlo tú: es tu momento, tu tiempo de disfrutar, tu bella madurez…
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