Paciencia
Debes aprender que, con paciencia, puedes
mejorar tu destino. Debes saber que, mientras
más tenaz sea tu paciencia, más segura será
tu recompensa.
No existe ningún gran logro que no sea el resultado
de un trabajo y de una espera pacientes.
La vida no es una carrera. Ningún camino será
demasiado largo para ti si avanzas sin prisa.
Evita, como la peste, todo carruaje que haga
un alto para ofrecerte un rápido viaje a la riqueza,
la fama y el poder. La vida tiene condiciones
tan duras, hasta en sus mejores momentos,
que las tentaciones, cuando hacen su aparición,
pueden destruirte. ¡Camina! Puedes hacerlo.
La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce.
Con paciencia puedes soportar cualquier
adversidad y sobrevivir a cualquier derrota.
Con paciencia puedes controlar tu destino
y tener lo que desees.
La paciencia es la clave de la satisfacción
para ti y para los que deben vivir contigo.
Comprende que no puedes apresurar el éxito
del mismo modo que los lirios del campo
no pueden florecer antes de la primavera.
¿Qué pirámide se construyó alguna vez
si no fue piedra sobre piedra?
¡Cuán pobres son los que no tienen paciencia!
¿Qué herida sanó alguna vez a no ser poco a poco?
Todos los inapreciables atributos que los hombres
prudentes proclaman como necesarios para alcanzar
el éxito, son inútiles si no tienes paciencia.
El ser valiente sin paciencia puede matarte.
El ser ambicioso sin paciencia puede destruir
la carrera más prometedora. El esforzase
por alcanzar la riqueza sin paciencia no hará
sino separarte de tu magra bolsa.
El perseverar sin paciencia es siempre algo imposible.
¿Quién puede dominarse, quién puede perseverar
sin la espera que es uno de sus atributos?
Empléala para robustecer tu espíritu, para dulcificar
tu carácter, para calmar tu enojo, para sepultar
tu envidia, abatir tu orgullo, frenar tu lengua,
contener tu mano y entregar todo tu ser,
a su debido tiempo, a la vida que mereces.