en esos que duelen pero que rinden frutos.
Creo en el sendero de la verdad,
en el sendero difícil.
Creo en mi alma,
en esa porción agazapada de mí.
Creo en mis palabras, en mis frases,
en mis abrazos y en mis miradas.
Creo en quien soy y por lo tanto,
en quien a pesar de las derrotas
no tengo intenciones de dejar de ser.
Creo en mi sueño, en el magnífico sueño
que seguiré construyendo,
hasta que no me queden
más fuerzas para creer
Creo en el destino, en mi historia,
en mis pasos y en mi experiencia.
Creo en mis ganas de dar,
y creo en un mundo maravilloso
que espera recibir mi gota de cariño.
Creo en la amistad, en los besos,
la lluvia, las sonrisas y los secretos.
Creo en mi esfuerzo por creer,
en mis ganas de creer.
Creo en Dios, en la vida
y en la magia con la que toca todas las cosas
Creo en el destino
y en un futuro de recompensa
para quienes afrontan el desafío
de ser fieles a sí mismos.
Creo en mí, sobre todo creo en mí,
cuando caigo, cuando no tengo fuerzas, cuando el viento sopla y mis velas ceden,
sigo creyendo en aguantar
y en volver con todas mis fuerzas
para seguir y seguir creyendo,
y seguir andando y seguir viviendo.
Creo en los sentimientos que puedan hacer
de cada día un sol distinto y por supuesto...:
Creo en el amor y en ese modo indescriptible de estar parado ante la vida,
en esa manera intrépida
de hacer transcurrir el tiempo,
en esa forma tan peligrosa
y a la vez tan excitante
de tener el corazón abierto.