Fuego y esquirlas
Ella dormitaba tibia entre los brazos de su amante. De tan espejados sus ojos miraban por dentro cuando él acariciaba con mano de lana su piel de arte y con la memoria del pan desbordando su momento.
En su boca se repetía la mención de la cuna y sudaba por los poros latidos de esquirlas. Ella acaparaba su sudor latiendo a plenitud de luna y al candor de sus dedos entremezclaban sus vidas.
De golpe apelmazaron sus lenguas de ginebra. Ginebra de trementina, sabor a dulces abejas, Con la táctica de dos bebedores de igual espuma.
Entraban al fuego de la lava con compresas de bravura. Por la piel dos inquietos cuerpos intimaban el sonido de las quejas y en guerra amante resolvían el disparo de las esquirlas.
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