¿Fué tu cabello ensortijado y brillante con olor a mar al caer la tarde? ...
O tal vez ¿fueron tus ojos seductores ...
que me invitaron a pecar en la tibieza de tu piel?
No sé si fue el calor de tus dedos acariciando mis manos ...
hasta perderse dentro de mi ...
o si fue la suavidad de tus besos y la humedad de su interior ...
Sólo sé que caí rendida como quizás jamás pensé que se podría ...
Sólo sé que en el instante primero en que tu cercanía sentí...
no pude más contra mí misma luchar... y me rendí.
Deliciosa derrota frente a tu piel canela ...
que me lleva a tocar el umbral de mis propios tejados ...
Infinita seducción aquella que me ha atrapado en esta carcel sin puertas, sin llaves, sin final.
Envuélveme en tus brazos como cada noche al acostarnos ...
piérdete en la calidez de los míos que responden al calor de tu piel ...
Renovemos la promesa de seguir queriéndonos en cada amanecer.
Que seamos pensamiento a cada instante ...
deseo en cada respiro ...
y te quieros en cada latir del corazón.