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¿Los mapas mienten? se llama el proyecto con el que los alumnos de la Escuela Secundaria Nº 1 de Chivilcoy sorprendieron a la comunidad educativa. Como lo anticipa el nombre, se trata de una investigación sobre la veracidad de lo que muestran los mapas más usados en la etapa escolar. Se animaron a cuestionar la información cartográfica con la que desde hace cinco siglos se viene formando la humanidad.
“Todo mapa es una construcción social y transmite cierta ideología y cierta intencionalidad”, explica María Eugenia Leiva, profesora de Geografía e impulsora de esta iniciativa. “La propuesta surgió como parte de los contenidos curriculares. En el aula se trabajó el significado que tienen los mapas, no tanto desde el punto de vista técnico como qué es una línea, un punto o los signos cartográficos, sino en darle mayor importancia al significado social que tienen los mapas, es decir, la imagen geográfica que cada uno de nosotros se va haciendo del mundo”.
“La profesora nos hizo comparar distintas regiones. América del Sur y Europa, por ejemplo, parecen similares, pero después de sacar la superficie en kilómetros cuadrados de cada región nos dimos cuenta que es mucho más grande América del Sur. Otra cosa es que en el mapa la línea del Ecuador no pasa por el medio del planisferio”, dice Matías Giacobelli, de 15 años.
Él y su compañero, Franco Zoia, fueron los voceros de todo tercer año en los distintos eventos donde fue presentado el proyecto. Ante diferentes públicos explicaron cómo los planisferios que se adquieren en cualquier librería, son en definitiva una representación del poder hegemónico del hemisferio norte.
“Los mapas son eurocéntricos, ubican a Europa en el centro otorgándole así mucho más poder”, define Matías y añade “son mapas del siglo XVI; son así porque los hicieron los europeos en tiempos de la colonia. Mostrándose más grandes es más fácil dominar otros territorios”.
El trabajo comenzó con la comparación de dos planisferios. Uno es el de Gerardus Mercator -matemático y cartógrafo flamenco del siglo XVI-, “el único que al momento de comprar un mapa se puede conseguir”, aclara la docente. El otro corresponde al alemán Arno Peters, quien en 1974 presentó una proyección del mundo distinta en la que el tamaño de los países y regiones es más exacto que el de Mercator.
“Lo que hizo Peters es tomar el mapa de Mercator y estirarlo. Se ve estirado pero se ajusta más a la realidad”, dice Matías. De esta manera remedia algunas distorsiones que presenta el primer mapa en donde “Groenlandia aparece más grande que África”.
Para Franco también es una cuestión de poder, “para ver los países del norte más grandes y sobre todo, Europa. Es más -agrega- fue allí donde se hizo una convención que estableció que en los mapas el norte estuviese arriba, pero en el espacio no hay arriba ni abajo, ni norte ni sur”. Aún así, en una encuesta realizada por los alumnos entre 100 personas, al ver un mapa invertido, el 80 por ciento contestó que está al revés.
El sondeo aportó cifras que confirman lo arraigado que está el mapa de Mercator en la sociedad. Del total de personas interrogadas, 63 consideraron que el hemisferio norte es más grande que el sur y sólo 12 opinaron al revés: Pese a que sabían que la línea del Ecuador atraviesa el centro de la Tierra, se formaron tal idea al ver dicho planisferio, que ubica al paralelo 0 -o Ecuador- más abajo.
Una cantidad similar -66 personas sobre el total de 100- aseguraron que Europa tiene mayor superficie que América del Sur, cuando en realidad el Viejo Continente mide 9,2 millones de kilómetros cuadrados y Sudamérica supera los 18 millones, según consigna la investigación.
En las distintas presentaciones del proyecto “la gente nos decía que no sabía de esto, no podían creer que en algo tan simple hubiese tanto poder”. En el marco de la investigación, “conseguimos otro mapa que es del Instituto Geográfico Nacional (IGN) que ubica a América en el centro. Es un mapa nuevo que se hizo en 2011, pero que todavía no se comercializa en tamaño chico”, cuenta Franco.
“El IGN -aclara la docente- es la institución que avala y corrige si hay mapas con errores en venta al público. Ellos están proponiendo un mapa planisferio basado en una proyección distinta, centrando a América del Sur”.
Como señalan en las conclusiones de su trabajo “se puede decir que los mapas no son inocentes, son imágenes cargadas de intencionalidad y de poder, pero que se pueden analizar, decodificar y cuestionar”.
No es fácil contradecir un mapa que tiene cinco siglos de historia, pero como aconsejan los alumnos de la Secundaria Nº 1, “sería importante cambiar la mirada que se tiene del mundo y que ésta empiece a construirse desde una visión un poco más justa y no desde un mapa que achica y ubica a la Argentina en una posición desfavorable frente al resto del mundo”. Definitivamente para ellos “otro mundo es posible”.