Había un hombre que se irritaba con cualquier cosa.
Una vez, conoció a una señora
que lo irritó aún más cuando dijo:
"¡Una perla!".
- ¿De qué habla usted, señora?
- Dije que veo una perla.
El hombre iba a hablarle de forma grosera,
cuando ella levantó la mano en señal de paz y comentó:
- Es que veo que usted se irrita con frecuencia. Bueno, en la naturaleza,
es de la irritación que sufre una ostra que nacen las perlas.
Por eso dije que veía una perla.
El hombre la miraba sin entender nada.
- Lo que pasa es que tienes dos posibilidades: o te enojas y enojas,
hasta que tu salud se deteriore y la "perla" sea una úlcera,
o bien reaccionas y aprendes de lo que está sucediendo.
La perla en tal caso es la riqueza de virtudes que surge de tal situación.
El hombre estaba atónito. Pero tras unos momentos de choque
empezó a reírse, acompañado de la anciana señora,
al parecer por sus perlas de virtudesMuchas
Tomado de Buen dia