¿Cómo va el Año de la Fe?
¿Renovamos nuestra fe en la Eucaristía
centro de nuestra vida cristiana?
¿Conocemos y nos situamos en cada momento
de nuestra principal celebración?
¿Promovemos la renovación de la celebración
eucarística dominical y valoramos
el Domingo como el Día del Señor?
¿Oramos en torno a la presencia real de Cristo
dándole culto fuera de la Misa, especialmente
en la adoración al Santísimo Sacramento?
¿Nos dejamos iluminar permanentemente
por la Palabra de Dios, principalmente en la Eucaristía?
Las lecturas constituyen una conversación que el Señor
quiere tener con cada uno.
¿Dejamos que su Palabra penetre profundamente
en nuestro corazón?
¿Comulgamos cada domingo? Esto significa vivir
la mayor experiencia de comunión con Jesús,
y por medio de Él, con nuestros hermanos.
Es vivir en EI y El en nosotros.
¿Por qué nos cuesta tan poco arrodillarnos
ante los "grandes" del mundo y, en cambio,
nos cuesta arrodillarnos en el momento
de la consagración?
¿Vinculamos la vida cotidiana a la Eucaristía?
¿Unimos fe y vida?
¿Contagiamos a otros nuestra vivencia de la fe?
La Eucaristía no puede quedar como una mera experiencia
personal o privada. Hay que dar testimonio durante la semana,
ser más solidarios con nuestros hermanos, especialmente
con los más pobres y sufrientes. "Tuve hambre y me diste
de comer… estuve enfermo… estuve preso…
Lo que hiciste con el más pequeño conmigo lo hiciste…" (Mt 25)
¿Procuramos llegar un momento antes de la celebración
para prepararnos interiormente?
Una vez finalizada la Eucaristía ¿somos conscientes que,
en silencio, hemos de dar gracias a Dios por el pan recibido?
P. Javier Leoz