El jardín
Un rey fue hasta su jardín y descubrió
que sus árboles y arbustos se morían
El roble dijo que se moría por no ser tan alto
y tan fuerte como el pino, volviéndose al pino,
lo hallo caído, por qué no podía dar uvas como la vid
La vid se moría por que no podía dar flores como la rosa,
y la rosa se moría por no ser fuerte y sólida como el roble.
Entonces encontró una planta: un clavel floreciendo
y más fresco que nunca, el rey le preguntó:
¿Cómo es que creces en medio de este jardín moribundo?
La flor contesto: quizás sea porqué siempre supuse
que cuando me plantaste, querías ver claveles.
Si hubieses querido otro roble, lo habrías plantado.
En aquel momento me dije, intentaré ser el clavel,
de la mejor manera que pueda, ¡Y heme aquí!
El más hermoso y bello clavel de tu jardín.
¡Somos, esto que somos!
Vivimos marchitándonos en nuestras propias insatisfacciones,
en nuestras absurdas comparaciones con los demás:
“Si yo fuera”, “si yo tuviera”, “si mi vida fuera”.
Siempre conjugando el futuro incierto en vez del presente
concreto, empecinados en no querer aceptar,
que la felicidad es un estado subjetivo y voluntario…
¡Podemos elegir hoy!
Estar felices con lo que somos, con lo que tenemos,
o vivir amargados por lo que no tenemos o no podemos ser.
Sólo podremos florecer, el día que aceptemos que somos
lo que somos: ¡Somos únicos! Y nadie puede hacer,
lo que nosotros vinimos a hacer aquí.
Comienza haciendo lo que es necesario,
luego, lo que es posible, y de repente,
estarás haciendo lo que es imposible.
Nos merecemos darle el mejor color a nuestra vida,
los demás ya lo hicieron…
Pero sabemos que no nos exponemos
al sol por sentir sólo su sombra.
La humanidad a la verdad no es mala,
mala es la idea de no sacarle el mejor provecho
a estos sentimientos tan humanos.
Y no permitas que el jardín de tu vida se marchite,
por el hecho de no querer entender esa voz que brilla
desde lo más profundo de tu corazón
Recuerda: nadie es más que nadie,
sólo que unos, hacen más que otros…
Por sobre todas las cosas guardadas, guarda tu corazón,
porque en él se archivan los buenos amigos…
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