COMO ATRAVESAR EL DOLOR

 

He pasado media vida intentando armar un caparazón que me protegiera del dolor.

 

Es algo que aprendí instintivamente, debe formar parte de mi naturaleza.

 

De pequeña y jovencita encajaba los pequeños o grandes sinsabores y los guardaba en lo más hondo de mí, bajo siete lleves, con la intención de que desaparecieran.

 

No sabía hacerlo de otra forma, supongo; nunca he sido llorona y siempre me ha costado desfogarme gritando.

 

A los treinta y pocos mi alma se descompuso después de un aborto y yo seguía sin saber qué hacer con el dolor más que encerrarlo.

 

Gracias a esa sacudida, que arrastró con violencia todo el dolor que había ido guardando, empecé a escucharme: el yoga y la homeopatía me ayudaron.

 

Pero hasta que la muerte de mi hijo  no desbordó la presa y me arrastró al fondo, hasta casi ahogarme, no acepté el dolor como parte de la vida.

 

 Fue entonces cuando descubrí que encerrarlo, reprimirlo o ignorarlo era mucho más doloroso que sentirlo.

 

El dolor y el miedo pierden fuerza cuando los reconocemos, cuando les otorgamos un espacio.

 

De hecho, cuando estamos dispuestos a vivir el dolor, cesa el sufrimiento.

 

A partir de ahí, los terapeutas pueden ayudarnos. No es posible recoger cosechas sin labrar los campos.

 

Merce Castro Puig

autora del libro "Volver a Vivir"

 

 sonrisa6estefania_zps21905186.jpg