Convivir en mis dos mundos,
en ese donde no hay días
ni noches, donde todo existe,
donde los miedos no tienen
espacios donde acampar,
en el que se habla con el corazón
y se escucha con el alma,
donde soñar es respirar.
El mundo que locamente habito,
el que nada me reprocha,
mi mundo de sentimientos,
ese planeta rojo de rara forma
donde las personas amadas
en todos los grados del amor
siempre están cerca
porque jamás los abandona,
donde todo es nacer
porque nada ni nadie muere,
donde solo se viste con desnudez
y se camina descalzo.
Pero también convivo con el otro,
con ese que salgo a su encuentro
cuando abro las puertas todos mis días,
donde todo es diferente
pero yo no puedo cambiar
para ponerme a su altura,
ese otro mundo
donde la hipocresía se viste de saco y corbata
y odio calza finos zapatos de cuero,
donde muchos rostros
se quedan mirándome con sarcásticas sonrisas
cuando hablo con el lenguaje de lo sentido.
Será que no entiendo a ese mundo,
será que ese mundo no me entiende,
pero como un infeliz matrimonio
debemos convivir ambos bajo el mismo techo
hasta que aquel juez supremo
entregue la sentencia de divorcio.
En mi mundo gozo, río,
los latidos tienen un perfecto sonar
y en el otro sencillamente fracaso.
Y siempre aparece la voz
conciliadora del consuelo
para decir
de los fracasos se aprende,
vos tense la fuerza necesaria
para salir aún desde el abismo del infierno,
el tiempo cura las heridas y olvida,
pero nada de eso puedo entender,
como tan solo el girar de las agujas de un reloj
produzca el olvido de lo que corre por la sangre,
como hago en este mundo
para abrazar a esos que ya no están,
como leerle un cuento en cada noche a mi hijo
si enfrente solo hay una cama vacía,
como besar a la mujer amada
si no están sus labios que lo reciban,
y como, y como, tantas veces más pregunto
y vuelvo a fracasar
en el intento de entender razones sin sentido.
Y vuelvo a mi mundo,
me cubro con mi luna de sentimientos
y abrazo a quienes profundamente quiero,
leo ese cuento para quien adoro,
beso a una mujer amada
y ahí me quedo,
porque en el otro mundo
no quiero seguir fracasando.