
Ahora
que de regreso
rocío y llama
añoran
sus querellas.
¿Qué
son tus lágrimas
sino el beso
de las nubes
que acabas
de alcanzar?
Si
en mis brazos
tu castidad
sonríe arrepentida,
tu rubor
es un átomo
de
sangre
todavía virgen.
En
un principio
fue el Verbo,
nos dijeron.
Y
luego el Amor,
dijimos.
Demos
gracias al Creador
por
nuestra exacta
geometría.
El
ángel de la guarda
me ha ceñido
su espada.
Duerme.
Yo,
velaré.
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