Un día me desperté confundida, algo en mi pecho se movía tan rápido que no entendía lo que pasaba, pero como no me molestaba, no le tomé mucha importancia. Así que seguí mi día como si nada pasara, era un típico fin de semana cuando todo empeoró, la cosa en mi interior empezó a crecer, mi mente no se podía concentrar, es como si mi cuerpo estuviera sufriendo por si sólo mientras yo me veía, podía verme como si mi alma se hubiera salido de mi cuerpo y estuviera flotando arriba de él…
Pude ver como empezaba a brotar un líquido extraño, era espeso y viscoso, mi mano sentía el líquido pero no identificaba que era.
De repente se empezaron a escuchar voces, era un ruido ensordecedor, un bullicio que aturdía mis oídos. Eran tantas voces que era imposible identificar lo que decían. El dolor empezó a subir de nivel cada vez aumentaba más y más, mientras mi mente elevándose por los aires veía esa escena tan impactante de mi cuerpo tirado en el suelo, escurriendo de rojo con la mirada completamente perdida…
Todo se empezó a tornar color oscuro y de mi pecho empieza a brotar algo indescriptible, la piel se empezó a abrir y de dos enormes llagas sale una masa rojiza partida en tres, la masa parecía tener vida propia y se movía mucho, era como si esa cosa tan rara también estuviera sufriendo lo mismo que le pasaba a mi cuerpo, era como un palpitar muy extraño.
Cuando mi mente regresa a mi cuerpo, me doy cuenta del dolor tan grande que estaba viviendo, el líquido viscoso era sangre derramada por mi pecho como una fuga en una tubería. Tomé la masa que salía de las llagas y mientras sujetaba el corazón que salía de mi cuerpo intentaba pegar las partes separadas, pero era imposible, ya que no encajaban, era como si le faltara un pedazo a mi corazón.
Como pude me arrastré hasta las escaleras y me resbalé por ellas, dejando el rastro por donde mi cuerpo pasaba; al llegar a la planta baja me encontré con dos sombras que me veían detenidamente, cada una tomó pedazos de mi corazón, dejándome con las manos vacías. Aventaron los pedazos sin motivo ni razón, cuando regresaron a mi lado dejaron una carta que decía:
Si quieres encontrar tu corazón, no tienes que buscar a tu alrededor, sólo tienes que ver dentro de ti, unir cada pedazo que repartiste y los otros que escondiste.
Debes encontrar cada pedazo por más pequeño que sea tendrás que rescatarlo, y al final verás que te queda un espacio, ese pedazo se lo tendrás que quitar a una persona especial, pero tienes que elegir bien porque un pedazo equivocado podrá destruir de nuevo lo que lograste unir hasta ahora.
Y no te confundas porque entre dos sombras siempre hay un rayo de sol que tendrás que descubrir, y sin temor a equivocarte las sombras siempre te seguirán, hasta cuando el sol se vuelve artificial.
No te pierdas en el trayecto, pero sobre todo, no despedaces el corazón de otros, porque al tratar de encontrar el pedazo que te falta puedes destruir el de los demás…
No abuses y piensa bien a quien se lo quitaras.
Atte.: la sombra que siempre te acompaña.
Después de leer la carta, sentí un frío interior, las llagas desaparecieron, pero mi cuerpo no reaccionó, quedó tirado en el suelo sin poder emitir ningún sonido, sólo se escuchaba mi mente repitiendo “te han hecho lo que tú siempre hacías, es para que aprendas y por favor… ya no lastimes vidas”.
PD: “Tu búsqueda ha empezado. Suerte.”
Aric