Triunfo
El éxito consiste en alcanzar cotidianamente
lo que uno anhela, lo que uno desea.
He encontrado una pequeñas fórmulas
que conducen al éxito, considerando éste
como resultado, no como una meta.
El éxito debe ser una jornada, no un destino;
una de las muchas etapas de la vida... no la última.
Hacer lo que nos agrada.
Si haces lo que amas es más probable
que el éxito te aguarde. Emprende tareas de tu gusto,
que se adapten a tu forma de ser, a tu personalidad.
Analiza tu verdadera vocación. Si un empleo te disgusta,
¡mándalo a volar a las primeras de cambio!
Nada hay más frustrante y contrario al éxito que trabajar
con desamor, realizando lo que nos incomoda.
Perseverar.
El éxito es resultado de la perseverancia,
la constante dedicación... el esfuerzo;
¡el éxito jamás llega por casualidad!
Los que están prestos y aprovechan la oportunidad
cuando se presenta, es porque han empleado
muchas horas preparándose...
¡son los que triunfan!
Ser bien hechos.
Todo lo que realices, ¡hazlo bien!,
hasta las cosas aparentemente minúsculas
y sin importancia. Así conformarás tu propio estilo,
tu particular manera de ser...
¡alcanzarás el éxito en todo lo que emprendas!
Soñar con los pies anclados en la tierra.
Ten confianza en ti mismo y fíjate metas
cada vez más altas... pero realistas.
Sueña y trata de materializar tus sueños…
por grandes e imposibles que parezcan.
Si perseveras y trabajas constantemente
en la dirección de tus sueños, de tus anhelos...
¡el éxito llegará a tus manos de manera insensible!
Pero nunca olvides lo principal:
¡en todo momento confía todos tus sueños,
y tus anhelos en manos de Dios!