Aprecia el valor de las cosas y de las
personas; nada hay insignificante.
Estudia la vida; no hay
estudio mejor y más hermoso.
Deja a tu alma soñar, pero aprende a tocar
sin temor a la realidad; eso es
la vida: sueño y realidad.
Ama la verdad y escribe con ella en
la mano y en el corazón. Sea tu primera
virtud la sinceridad, sin caer
en el feo defecto de la indiscreción. Huye de
la vulgaridad, sin
caer en la extravagancia.
Sé optimista sin llegar a ser iluso;
aprende a sonreír en la adversidad, serás
valiente; más llora cuando las plantas de
tu alma necesiten de rocío; el alma es
un jardín que necesita el rocío de las lágrimas.
Observa y sabrás por ti mismo; estudia
y hallarás para ti y los demás. Cree en
algo, pero jamás ahogues tu criterio
en círculos estrechos; el pensamiento
es ilimitado. Pésalo todo con razón y
lógica: he aquí la gran filosofía; luego
ponle un poco de tu corazón:
he ahí la sabiduría del hombre.
Ama siempre la vida, nada merece tanto amor
como ella; pero jamás temas a la muerte,
espérala sin desesperación. Las leyes
naturales encierran una gran sabiduría
que el hombre desconoce.
El amor considéralo enorme, sublime,
incomparable, nada nos hace tan grande
como este sentimiento puro que nos
acerca a Dios. Pero conceptúa necesario el dolor,
ocupa igual rango que el amor; nada nos
hace más dignos y más justos.
Sé alegre y triste a la vez.
Aborrece la hipocresía, los límites,
el fanatismo y lo vulgar; tendrás
personalidad definida.
Ten voluntad propia y sobre todas las
cosas, sé siempre "tú"; jamás dejes
usurpar ese lugar que solamente
a ti te pertenece.
Así serás como debe ser, uno menos del
"montón", al propio tiempo, uno más en
las filas de los "comprensivos", serás en
verdad, un ¡Hombre nuevo!
Dra. Gladys Bessi
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