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جواب  رسائل 1 من 3 في الفقرة 
من: Tatisverde  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 23/06/2014 17:16
Confiar
 
Abro mi vida para confiar en la sabiduría de Dios.

Aveces, puede ser difícil para los seres humanos confiar los unos en los otros. La confianza requiere cierto nivel de entrega y estar dispuestos a ser vulnerables. Para aprender a confiar, comienzo por tener fe en lo Divino en mí.

Al poner mi confianza en Dios, nunca perderé mi camino. Esto no significa que adoptaré una actitud pasiva. Por el contrario, significa que estaré alerta a la sabiduría y el discernimiento, al amor y a la belleza, a la verdad y al orden divino.

El Espíritu me guía a la gente y a las experiencias que me bendicen, y encontraré personas con quienes me siento cómodo compartiendo mis pensamientos, ideas y sentimientos. Al confiar, un mundo de bendiciones se abre para mí.

En el día que temo, yo en ti confío.—Salmo 56:3  
                                                                                            
Confiar
 
Abro mi vida para confiar en la sabiduría de Dios.

Aveces, puede ser difícil para los seres humanos confiar los unos en los otros. La confianza requiere cierto nivel de entrega y estar dispuestos a ser vulnerables. Para aprender a confiar, comienzo por tener fe en lo Divino en mí.

Al poner mi confianza en Dios, nunca perderé mi camino. Esto no significa que adoptaré una actitud pasiva. Por el contrario, significa que estaré alerta a la sabiduría y el discernimiento, al amor y a la belleza, a la verdad y al orden divino.

El Espíritu me guía a la gente y a las experiencias que me bendicen, y encontraré personas con quienes me siento cómodo compartiendo mis pensamientos, ideas y sentimientos. Al confiar, un mundo de bendiciones se abre para mí.

En el día que temo, yo en ti confío.—Salmo 56:3  
                                                                                            


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جواب  رسائل 2 من 3 في الفقرة 
من: Amparito 09 مبعوث: 25/06/2014 12:54
Confiar
 
Abro mi vida para confiar en la sabiduría de Dios.

Aveces, puede ser difícil para los seres humanos confiar los unos en los otros. La confianza requiere cierto nivel de entrega y estar dispuestos a ser vulnerables. Para aprender a confiar, comienzo por tener fe en lo Divino en mí.

Al poner mi confianza en Dios, nunca perderé mi camino. Esto no significa que adoptaré una actitud pasiva. Por el contrario, significa que estaré alerta a la sabiduría y el discernimiento, al amor y a la belleza, a la verdad y al orden divino.

El Espíritu me guía a la gente y a las experiencias que me bendicen, y encontraré personas con quienes me siento cómodo compartiendo mis pensamientos, ideas y sentimientos. Al confiar, un mundo de bendiciones se abre para mí.

En el día que temo, yo en ti confío.—Salmo 56:3  
                                                                                            

جواب  رسائل 3 من 3 في الفقرة 
من: pupis مبعوث: 27/06/2014 03:48
Lectura del segundo libro de los Reyes (24,8-17):
    jueves-26-06-2014

Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén. Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre. En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la cercaron. Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada. Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios. El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado. Se llevó los tesoros del templo y del palacio y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo según las órdenes del Señor. Deportó a todo Jerusalén, los generales, los ricos –diez mil deportados–, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe. Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia. Llevó deportados, de Jerusalén a Babilonia, al rey y sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, todos los ricos –siete mil deportados–, los herreros y cerrajeros –mil deportados–, todos aptos para la guerra. En su lugar nombró rey a su tío Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías.

Palabra de Dios
                                                                                         


 
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