de prisa. Durante varios días, los porteadores apuraron el paso. Una tarde, sin embargo,
se sentaron todos en el suelo y posaron la carga, negándose a continuar.
Por más dinero que les ofreciese, los indígenas no se movían.
Finalmente, cuando el explorador pidió una explicación por
aquel comportamiento, obtuvo la siguiente respuesta:
- Hemos andado demasiado de prisa, y ya no sabemos ni lo que estamos
haciendo. Tenemos qué esperar a que nuestras almas nos alcancen.
Paulo Coelho