Un buen día una mujer se encontró con el Bien, su motivo de la visita era para plantearle una idea para mejorar la vida en la tierra. El Bien la llevó a un lugar para hablar y le preguntó cuál era su idea.
Mi idea es que se siembre mayor cantidad de semillas de amistad y amor entre los humanos; dijo la mujer para que haya menos odio y diferencias entres ellos.
Dios decidió cumplir la idea que esta mujer le propuso y sembró muchas semillas más de amistad entre los hombres. Al poco tiempo las naciones dejaron de estar en guerra y la vida en el planeta mejoró.
Luego de un tiempo el Mal enojado al ver esto decidió sembrar mas de su propias semillas: discriminación y odio. Al tiempo otra vez volvió a ser casi todo igual.
Al ver esto la mujer decidió volver a visitar a el Bien, pero él no le quiso recibir porque lo que había hecho había sido en vano. Luego de insistir la mujer logró hablar con Dios y le dijo:
Haz que los hombres puedan decidir libremente entre una cosa o la otra y así cada uno podrá elegir qué hacer.
Pero mujer, contestó Dios- el hombre desde siempre pudo decidir por si mismo.
Entonces, respondió la mujer dales la sabiduría para que puedan elegir lo mejor.
Pero a la vez que el Bien les daba sabiduría y el Mal ponía la ignorancia. Al ver que había fracasado, la mujer se desanimó. Al ver esto el Bien visitó a la mujer y le dijo:
El Mal puso delante de ti el desánimo y optaste elegirlo, bien pudiste elegir rechazarlo.
Ahí la mujer entendió.
Deseo que siempre haya personas que al elegir el bien, ayuden a otras personas a elegirlo también.
Pues siempre esas personas estarán, le contestó el Bien como estarán las contrarias. Lo importante es lo que cada uno elija. Y lo más importante es lo que vos elijas hacer.
Desde ese momento, la mujer se propuso a ayudar y aconsejar a otras personas para que hagan el Bien.