Mi actitud fue cínica, superficial y
caprichosa. Creo que tan sólo me comportaba tal y como era. No me daba
cuenta de que lo me molestaba era que yo no tenía eso que había
encontrado en aquella persona y que la hacía tan agradable. Una barrera
había puesto yo en mi interior. Aún así me preguntaba ¿cómo puede estar
la mayor parte del tiempo en paz? ¿que no tiene problemas de ningún
tipo? Conforme fue pasando el tiempo y fui aceptando la realidad de mi
enojo mi relación llego a ser más estrecha, abierta y amistosa. Lo
importante es que quería saber el secreto de tanta paz y de ese rostro
que irradiaba felicidad. Aprendí muchas cosas, las cuales hoy te las
quiero transmitir a ti:
• El contacto contigo mismo, saber perdonarte y perdonar a los demás es bueno para tu salud pero más para tu alma.
• Aceptarte a ti mismo te ayuda a no pretender cambiar a los demás.
• El dar siempre lo mejor de ti mismo sin esperar nada a cambio te llena de satisfacción.
• El pensar de una manera optimista hace que tu vida y la de los demás sea más placentera.
• Al expresar tus sentimientos aprendes a no guardar rencores, ni resentimientos.
• Disfrutar cada instante de tu vida como si fuera el último hace que todas valgan la pena.
• Valorarte es aprender apreciar a los demás.
Hoy le doy gracias a la vida por haber coincidido con aquella persona ya que mi vida cambió y hoy la tuya puede cambiar.
Por último, recuerda que la forma en la cual tú te relacionas con los
demás, como piensas y actúas, se corresponde con lo que llevas dentro.
Nadia Kabande Toledo¡¡