El
gran ejecutivo, preocupado por una incomprensible pérdida constante de
potencia de su vehículo, se dirigió a un taller especializado, con el
fin de dar con la pieza defectuosa que dañaba al conjunto.
Se
revisó la transmisión, la inyección, la dirección asistida, el
departamento financiero, el comercial, la producción, etc., etc., y
todos ellos daban muestras de un relativo y extraño desgaste. Parecía
como si no les apeteciera rendir. Técnicamente hablando, todos podían
funcionar de forma correcta analizados de forma individual, pero
efectivamente el coche no andaba bien.
Ante
la insistencia del propietario, todo el equipo de especialistas buscó
incansablemente el "punto catastrófico", desde las ruedas hasta el
maletero, desde la telefonista hasta el jefe de ventas, sin hallar
deficiencia suficientemente grave que justificara el problema.
Finalmente
tuvieron que llamar a Mariano, el viejo mecánico formado a base de
experiencia, que accedió a echar un vistazo a pesar de que oficialmente
ya disfrutaba de su jubilación anticipada. Tras darse una vuelta con el
coche y tocar un par de cosas, dio sus conclusiones al jefe de talle:
"Ya está detectado el problema".
Viendo
el cielo abierto corrieron a llamar al directivo, para darle la buena
nueva. Una vez en el despacho del director y después de invitarle a un
café, el gerente del concesionario hizo entrar orgulloso a Mariano para
que comentara directamente su diagnóstico.
Mariano,
hombre sencillo donde los haya, pasó a la gran sala y observando las
ávidas miradas de sus interlocutores se aprestó a decir, mientras se
limpiaba sus manchadas manos con un trozo de tela:
El coche está bien, lo que falla es el conductor.
¡Pero oiga, cómo se atreve! -saltó enseguida el propietario.
No,
si no digo que haya que cambiarle a Vd., simplemente le sugiero que
modifique su forma de conducir, y ya verá los resultados. Tiene Vd. un
vehículo de primera, sólo de Vd. depende obtener el máximo de él.
¿Es
posible que en España haya actualmente empresas, digo, coches, que sólo
necesiten un cambio tan "simple" como este? ¿Realmente alguien puede
pensar que existan tanta gente "mala" en las empresas? ¿No será que el
conductor no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos? ¿No podría ser
que el conductor no sepa transmitir la fe en su equipo necesaria? ¿No
será cuestión de dar una oportunidad a cada pieza para que demuestre su
valía a su manera, en vez de maniatarlos forzándolos a actuar a la
nuestra? ¿No será un asunto tan básico como tratar y dirigir mejor a las
personas?
Cuando la empresa empieza a "no andar", ¿no deberíamos los directivos empezar a buscar el posible problema mirándonos al espejo?
Si
este es su caso y está dispuesto a cambiar, ¡enhorabuena! Ya ha dado el
primer paso para recuperar toda la potencia de su coche, digo, de su
equipo. El cambio debe empezar por uno mismo, y ese es el verdadero
compromiso del líder que desea superarse: cambiar una y otra vez
buscando la combinación perfecta para cada situación.
Como
dijo Heráclito: "El camino de subida y de bajada son el mismo". Por
ello lo que hoy nos vale para subir, mañana puede suponer la razón de
nuestro vertiginoso descenso. Una
vez alcanzado un estadio superior, para seguir ascendiendo hay que
buscar un nuevo camino, una nueva forma de hacer, un nuevo organigrama,
una nueva estrategia, un nuevo sistema de retribución, un nuevo cambio,
pues lo más seguro es que seguir conduciendo como siempre ya no produzca
los resultados deseados.¡