Respondo el llamado de Dios para hacer lo mejor y dar lo mejor de mí.
Lo que deseo hacer y ser no está más allá de mis habilidades para lograrlo, de manera que desisto de poner mi atención en limitaciones. Tal vez existe un llamado que anhelo seguir pero parece que no puedo dar el primer paso.
Cuando mantengo la atención asida a principios divinos, percibo cuando un impulso desde lo más íntimo de mi alma me guía correctamente. Tengo el valor de hacer lo mejor que puedo. Estoy dispuesto a aprender a medida que avanzo. Trabajo y sirvo consciente de que soy una creación de Dios, capaz de logros tanto rutinarios como extraordinarios.
¡Ésta es la hora, éste es el día! Respondo el llamado de Dios para hacer lo mejor y dar lo mejor de mí.
¡Protege mi integridad y rectitud, pues en ti he puesto mi esperanza!—Salmo 25:21