Obediencia por Amor
Gracia llegó por primera vez a un internado para señoritas,
donde iba a permanecer para poder estudiar en un colegio. Cuando se matriculó le dieron
un reglamento por el cual las internas debían regir su conducta.
A Gracia le pareció que el reglamento era irrazonable e inadmisible; y, delante de unas compañeras internas,
con enojo y en alta voz se dijo: “¿Obedecerlo? ¡Como yo quiera¡”
En seguida se fue a su cuarto resuelta a no obedecer algunas de las partes de ese reglamento que a ella le parecía absurdo.
A la hora de la cena, cuando Gracia entró en el comedor, una amiga de ella la presentó con la directora del internado.
Cuando se separaron de ésta, Gracia exclamó dirigiéndose a su amiga: “¡Qué mujer tan simpática!
¡Qué sonrisa tan agradable! ¡Sentía yo como que la directora me atraía hacia ella!”
Pasaba el tiempo, y la admiración y el cariño de Gracia para la directora iba aumentando,
y sentía y pensaba que debía agradarla.
Entonces, con sumisión, y casi sin esforzarse cumplía el reglamento; después,
ya sin darse cuenta, con gusto lo cumplía por completo.
Había triunfado el amor a la directora y al internado.—Autor desconocido.
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