Al triste, no le preguntes la historia de su desgracia…
Sino dile que en ti, tiene un amigo.
Al que llora, no le escudriñes el origen de su llanto…
Sino dile que tu tienes un hombro, un pañuelo, una sonrisa.
Al que anda tambaleante por la vida no le analices por qué no ha
llegado nunca a ninguna parte…
Mejor dile que tu tienes una luz, un consejo, y un bastón por si
llegara a necesitarlos.
Al que anda sin templo y sin oración no le preguntes por qué es un
descreído…
Mejor enséñale a Dios, y mételo en el secreto de tu plegaria.
A esos que hacen un caos de su vida no les preguntes que causa su
confusión…
Mejor enséñales el rastro sosegado de la fe, y el fluir constante de
tu serenidad.
Al que anda dolido y agotado con su cruz, no le preguntes por qué le
pesa tanto…
Mejor ponlo en posición de que Dios se irradie sobre él… Y ya poco
a poco irá llegando la luz.
Al que se resiste a seguir, y se siente vencido, no le andes por las
normas, las deducciones y los raciocinios…
Mejor dale la mano, y dile:"¡Voy contigo!"
No le preguntes a cada uno su necesidad…
Mejor demuéstrales que siempre hay un sueño más asombroso que su
mala suerte.