El arte de llevasrse bien con los demas
El arte de llevarse bien con los demás no es una
artimaña sicológica para amar lo que no puede amarse
y comunicar lo incomunicable. No es simplemente ajustarse
o hacer lo mejor que se pueda con la
perversidad humana. El “llevarse bien”
se relaciona solamente de manera secundaria
de mantener
los canales de la conciencia libres de cualquier
y toda obstrucción.
Una mujer describió una experiencia que tuvo cuando
iba en el metro camino a su trabajo una mañana.
Ella abordó el tren en su estación y al ver un asiento vacío,
caminó resueltamente hacia él. Justo cuando
estaba a punto de sentarse, otra mujer, que venía de otra puerta,
“le quitó” el asiento. La “víctima” se
volvió hacia la mujer sentada con rabia. La llamó “animal”
y otras cosas de las que luego se arrepintió.
Todo el episodio la dejó en un torbellino de ira hacia la mujer
y de culpa con ella misma por haber
perdido los estribos. Ella dijo: “Pero, ¿qué puedo
hacer cuando alguien actúa así? ¿Cómo puedo
mantenerme en el espíritu de amor y armonía cuando
a todas partes donde voy me encuentro con este
tipo de comportamiento?
¿Qué es lo que le pasa al mundo?
¿Puedes identificarte con esta experiencia? En vez de un metro,
podría ser un autobús o un conflicto
compañero de trabajo en la oficina.
En vez de un asiento podría ser un ascenso, un regalo o un premio
deseado. Así que pensemos de esto como su fuera tu experiencia.
Jesús dijo: “¿Qué a ti? Sígueme tú”
(Jn. 21:22). Esto no significa estar indiferentemente ciego
a lo que sucede en el mundo a tu alrededor.
Pero sí significa que antes de que trates de comprender o corregir
condiciones “allá afuera”, primero
necesitas establecerte conscientemente en el fluir de la vida.
Es obvio que la otra persona estaba fuera
del fluir del amor y la armonía. Mas ésa es su responsabilidad
y tiene que vivir con ella. El incidente
es ciertamente externo,
pero la reacción es completa e internamente tuya.
Hay un fluir de armonía y amor en todas partes,
bien sea que estés consciente de él o no y que te muevas
conscientemente en él o no. Esto es lo que la
“omnipresencia de Dios” significa. No es que dejas la
presencia de Dios fluir de la vida y el amor cuando
estás negativo o te resistes a algo. Lo que dejas
es la conciencia de la Presencia.
Pero estás en el fluir y el fluir está en ti en todo momento
y en cada experiencia.
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