Señor, hasta aquí me has ayudado
a cargar esta insoportable carga,
nunca me has dejado desamparado:
el día lóbrego, la noche amarga…
Aunque este amor que me embarga
y que el sosiego me ha robado,
es como una espina férrea y larga
que penetra mi corazón enamorado…
¡Ay Señor! y esta espina es apenas
el ensayo de mis funestas penas
y el preludio de una honda agonía…
Y cuando penetra mi corazón inerte
como un gotero en mi corazón vierte
sus ácidas gotas de melancolía…
Desconozco el autor
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