Extraño tu risa, tu piel subyugante, tu boca encendida…
Cual una paloma ronroneando su eterna aventura…
Desde este lugar, cuando pienso en ti.
Pues yo siempre te he extrañado, aún sin conocerte,
aún sin haberme imaginado que existías…
Te extraño de a ratos y siempre que pienso que puedo olvidarte…
Te extraño, mi Cielo, porque sin desearlo,
me has puesto en la boca tu fugaz sabor…
Tu voz atinada mezcla de un almíbar, que sabe a distancia,
Mezcla de un olvido… ¡que no tiene amarras!
Extraño tus ojos junto al mismo sueño mágico y ambiguo
Que una tarde de esas… soñamos los dos.
Te pienso, mi Vida, desde mi locura más inhabitable,
De sortear el tiempo con cada caricia que duerme escondida
En tus blancas manos, dos rosas benditas…
Te extraño, con celo de fiera encendida,
Al llegar la noche… y al entrar el día,
Al soñar tu sueño… ¡y al saberte mía!…
Autora Ana Abadie