¡Yo sigo vivo! Mis manos todavía pueden acariciar, y mis labios se
mueren por volver a besar los tuyos. Mis pies aún recuerdan los viejos
pasos de baile, y mis brazos todavía pueden estrecharte con fuerza, para
cálidamente protegerte, otra vez, de cualquier viento. Que digan lo que digan
nuestros hijos y nietos,
que puede que lleven nuestra sangre;
pero no nuestros sentimientos.
Que a tus años y a los míos
vamos a amarnos hasta el último suspiro.
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