«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados,
y yo os daré descanso».
Jesús también hace una promesa: «…os daré descanso».
¿De
qué modo? Ante todo, con su presencia, que se hace más neta y profunda
en nosotros si lo elegimos como punto firme de nuestra existencia; y
luego, con una luz especial que ilumina nuestros pasos de cada día y nos
hace descubrir el sentido de la vida incluso cuando las circunstancias
externas son difíciles. Si además comenzamos a amar como Jesús mismo
hizo, encontraremos en el amor la fuerza para seguir adelante y la
plenitud de la libertad, porque de esta manera la vida de Dios se abre
paso en nosotros.
Escribe Chiara Lubich:
«Un cristiano que no esté siempre en la tensión de amar no merece el
nombre de cristiano. Porque todos los mandamientos de Jesús se resumen
en uno solo: amar a Dios y al prójimo, en quien vemos y amamos a Jesús.
El amor no es un mero sentimentalismo, sino que se traduce en vida
concreta, en servir a los hermanos, en especial a los que tenemos al
lado, y empezar por las pequeñas cosas, por los servicios más humildes.
Dice Carlos de Foucauld: “Cuando amamos a alguien, estamos realmente en
él, estamos en él con el amor, vivimos en él con el amor; ya no vivimos
en nosotros mismos, estamos desapegados de nosotros mismos, fuera de nosotros mismos”1.
Y precisamente gracias a este amor se abre paso en nosotros su luz, la
luz de Jesús, según su promesa: “El que me ame… me manifestaré a él” (Jn 14, 21). El amor es fuente de luz: amando se comprende más a Dios, que es Amor»
2.
Acojamos la invitación de Jesús a acudir a Él y reconozcámoslo como fuente de nuestra esperanza y de nuestra paz.
Acojamos su mandamiento y
esforcémonos por amar como hizo Él, en las mil ocasiones que nos
suceden cada día en la familia, en la parroquia, en el trabajo:
respondamos a la ofensa con el perdón, construyamos puentes en lugar de
muros y pongámonos al servicio de quienes sienten el peso de las
dificultades.
Descubriremos que esta ley no es un peso, sino un ala que nos llevará a volar alto.
LETIZIA MAGRI