Adulación
La opinión, buena o mala, si objetiva
la acepto, la celebro, la ambiciono.
Me considero entre ambas, mas no entono
ni réquiem ni tedeum, si excesiva.
La crítica, a menudo, es subjetiva,
borda, más que el ajeno, el propio tono;
a quien yerra en tal modo, lo perdono
por desliz de su ráfaga emotiva.
Mas a quien viene a mí con el incienso
de adulación servil, lo recompenso
con el total desprecio que merece.
No soy dios, mas descubro a quien me afrenta
con su zalamería fraudulenta,
que lo rebaja, más que me enaltece.
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