Cuando me siento incómodo, es natural buscar alivio. Mas en vez de tratar de escapar o evitar estos sentimientos, acepto la invitación que me ofrecen —llegar a la razón de por qué los tengo. La valentía para hacerlo es avivada cuando recuerdo que nunca estoy solo. Dios es todo lo que existe, y yo soy parte de ese todo. Vivo y respiro en Dios, y Su presencia en mí me da la fortaleza para enfrentar y superar cualquier cosa.

Si siento temor o enojo, tomo tiempo para aquietarme y preguntarme por qué me siento así. Llevo mi conciencia al corazón y permito que el amor fluya por mi cuerpo con cada latido. Descanso y dejo ir la tensión producto de la resistencia. Encuentro el consuelo que busco cuando me dirijo a mi interior.

Al sostener una bellota, me maravillo de la creatividad de Dios. El poder en ella está escondido y es silente. Cuando este milagro de vida echa raíces en la tierra, un roble comienza a tomar forma.

En mí existe la promesa de crecimiento y logros ilimitados. En oración y meditación, me conecto con la paz y el poder en mí. Me desarrollo día a día, estación a estación.

En cualquier momento en el que me sienta inseguro acerca de poder lograr mi pleno potencial, me aquieto en un momento de oración. Al respirar el aliento de vida, me conecto con la paz que me llena de energía. La paz me restaura y eleva a mayores alturas de conocimiento de lo que una creación de Dios es capaz de ser y de alcanzar.

Sé que el espíritu infinito de Dios está en mí y en toda persona por quien oro. Si un ser querido o yo tenemos una necesidad, oro. Puede que no siempre me sienta vinculado con la Presencia, mas todo lo que necesito hacer es aquietarme e ir a mi interior.

El espíritu de Dios está en mí tanto en mis días grises como en los felices. Cuando cierro los ojos y voy a la quietud, siento que la presencia de Dios me sostiene, me ama y me dice que todo está en orden divino. Confío en esta verdad aun cuando no vea evidencia de ella. Yo soy paciente. Afirmo orden divino para todos en mi lista de oración. Visualizo su mayor bien. Dondequiera que yo esté, dondequiera que ellos estén, el espíritu de Dios está allí.

Me pregunto: ¿Cuál es la visión que tengo para mí mismo? ¿Pienso que estoy limitado de alguna manera? Yo soy una creación perfecta de Dios y, como tal, poseo todo lo necesario para lograr lo que deseo. Todo lo que necesito ya está en mí; simplemente espera que yo tenga fe para crearlo.

¿Cuál es mi visión para mis seres queridos y amigos? ¿Veo problemas que reducen sus posibilidades de crecimiento, limitando así su futuro? Puede que se sientan así, pero creo en ellos. Veo más allá de las apariencias externas a la verdad de que son seres espirituales. ¿Cuál es mi visión para el país en el que vivo, para el mundo? Puedo mantener la alta vigilia y ver sólo el potencial para el bien y el amor. ¡Creo en la verdad de que todos somos ilimitados!

Estar feliz y satisfecho es una meta maravillosa. Sin embargo, la dicha puede sentirse cada vez más lejos de lo cotidiano. En vez de considerarla un estado evasivo, la poetisa Emily Dickinson la vio de una manera práctica cuando escribió: “Encuentra el éxtasis en la vida; la esencia misma del vivir es gozo suficiente”.

O, como nos recuerda la doctora Christiane Northrup: “Despierta todo el deseo … sigue tu dicha por el simple hecho de hacerlo”. Qué gran regalo estar vivo en este momento y lugar. Para experimentar más júbilo en el momento presente, dejo ir las historias de dolor del pasado. ¡Elijo conscientemente el regalo de la liberación y reclamo mi dicha!

La oración afirmativa es una declaración de la verdad que fomenta el poder creativo y restaurador de Dios en todas las personas y situaciones. Mi oración puede ser un pensamiento en silencio o palabras susurradas.

Expreso salud y perfección en mente y cuerpo cuando afirmo: Yo soy una creación de Dios sana y perfecta. Expando mi prosperidad declarando: Todas mis necesidades son satisfechas abundantemente gracias al fluir del Espíritu divino en el universo. Recibo y expreso el bien para que todos lo disfruten y lo compartan. Lo que es verdad para mí es verdad para todos los demás. Al orar por ellos, afirmo su salud y prosperidad. Cuando oro afirmando solo el bien, digo sí a los regalos divinos en todas las formas que puedan manifestarse.

Cuando pienso en el valor, pienso en los hombres y en las mujeres que sirven a mi comunidad y a mi país. Honro y bendigo a esas personas por su fortaleza interna, y por su poder para superar el temor y demostrar asombroso valor.

Mi fe me conecta con mis dones divinos internos. Al saber esto, avivo instantáneamente mi sabiduría y fortaleza en momentos de reto. El temor es una reacción humana a lo desconocido, así que si me siento inseguro acerca de mi situación actual, invoco mis poderes espirituales para que se hagan cargo de mis pensamientos y sentimientos.

Bien sostenga una creencia profunda en silencio o sea un ejemplo para mi familia o comunidad, reconozco que yo soy valeroso.