Ni gozo ni dolor
Se alarga por la calle la añoranza
de ventanas y puertas y balcones.
Si los de ayer, las viejas vibraciones
ya no palpitan cuando el paso avanza.
Cada año debilita ritmo y danza
que iluminar supieron los rincones
de tanta fe, de tantas intenciones,
que ya la mano, ni la mente, alcanza.
Efímero vivir, extenuado
por costumbre gradual, cuyo pecado
consiste en la derrota del amor.
Y no sé si detrás de los visillos
se repiten los mismos estribillos.
Ni gozo ya me causan, ni dolor.