Señor, protege nuestros sueños, porque el sueño es una forma de rezar.
Haz que, independientemente de nuestra edad o circunstancias, seamos capaces de mantener encendida en el corazón la llama sagrada de la esperanza y la perseverancia y, para que eso sea posible, Señor, danos siempre entusiasmo, porque el entusiasmo es una forma de rezar.
Es lo que nos vincula con el Cielo y la Tierra, con los hombres y los niños, y nos dice que el deseo es importante y merece nuestro esfuerzo. Es lo que nos dice que todo es posible, siempre que estemos totalmente comprometidos con lo que hacemos, y para que eso sea posible, Señor, protégenos, porque la vida es la única forma que tenemos de manifestar tu milagro.
Que la tierra siga transformando la semilla en trigo, que sigamos transmutando el trigo en pan. Y eso sólo es posible si tenemos AMOR: por lo tanto, nunca nos dejes en la soledad. Danos siempre tu compañía y la compañía de los hombres y mujeres que abrigan dudas, actúan, sueñan, se entusiasman y viven como sis todos los días estuvieran totalmente dedicados a tu gloria.
Como el río que fluye.