"Cuando yo muera, llevaré en la mano,
blindada en puño, mi mejor secreto;
y habrá un temblor minúsculo, discreto,
que sólo Dios percibirá. Escribano
de los cielos, San Pedro, diligente,
abrirá el grueso libro de la vida,
y titubeará, pero en seguida
Dios le dirá: 'Déjalo entrar; latente
aún lleva el viejo amor que nadie supo,
y quien ama en tal modo es de mi grupo.'"
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